lunes, 30 de diciembre de 2013

FUEL FANDANGO

Fuel Fandango
Madrid
Sala La Riviera
28 diciembre 2013. 21:10 hs.



Qué escucho mientras escribo esta entrada: Aleatorio de mi discoteca de Itunes: Kitty, Dasy and Lewis; Morryssey; Coddy Chesnutt; Capital Cities; Jimi Hendrix Experience; The Lumineers (espero verlos en 2014); The Strokes; Mojo Project.

No lo sabía, pero ayer me enteré de ello. Díjomelo Reyes, la rubia compañera de Suto: Alejandro Acosta, la mitad de Fuel Fandango fue (y sigue siéndolo) componente (y fundador) de Mojo Project. Noticia. Me encanta aprender y conocer cosas nuevas. Y éstas, más, porque no te las esperas.


Mojo Project es ese grupo (proyecto) que pocos conocemos. En mi caso me lo dio a conocer hace ya bastantes años, entrado este nuevo siglo, el programa de Radio 3 dirigido por su hoy director Tomás F. Flores: Siglo XXI. Y para este concierto me tocaba conocer en persona a esa mitad de Fuel Fandango, y a la otra. La excelsa y contagiosa Nita.


Repetimos (mi niña y yo) acompañamiento (ya lo he dicho, Suto y Reyes, Reyes y Suto), y se agradece tener compañeros de viaje tan fieles a el arte de asistir a conciertos, porque en nuestro estado (casados, con enanos y residentes en Madrid) ya es harto complicado.

Pero vamos al concierto. Yo no conocía a Fuel Fandango en directo. Sí había visto alguno en La 2 (Conciertos de Radio 3) y ya había escuchado sus 2+1 únicos discos en el mercado (dos LP y un EP). Me cuentan que en la anterior gira, no tenían canciones suficientes para completar un concierto, y que incluso tenían que repetir algunas. Y puedo llegar a una conclusión: suenan mejor en directo que en disco. Sin duda. Es cierto que en el último (Trece Lunas, 2013) colaboran en la producción nombres como Cullum o Florence & The Machine (qué grandes Lungs y Ceremonials), pero no. No consiguen transmitir esa fuerza y poderío (olé) que tienen sobre el escenario.

Antes de empezar, me fijo en que el escenario está decorado con flores y rosas que cuelgan de micrófonos y altavoces, y sabes que Nita ha estado por ahí un rato antes. Porque para una Cordobesa y andaluza, las flores son más que mero adorno. Quieren simbolizar algo. Y el color que supone su música, con esos contrastes de flamenco, pop, rock y música de baile, es lo que quieren transmitir.

El concierto se inicia a las 9:10. Sale primero Ale, que enseguida se pone a trastear con su mesa de mezclas, luego Alberto Rodrigo (bajo) y Carlos Sosa (batería), y en menos de dos minutos ya estamos todos bailando como si estuviéramos en una abarrotada discoteca gaditana (sí, gaditana).

Y Nita. Vestido largo, rojo, de lentejuelas. Y llena todo el escenario. Y sus brazos. Y su pelo recogido a un lado. Y su voz. Y cómo bebía el agua en pajita, la tía.

Presentan Trece Lunas, y sobre numerosas bases pregrabadas (cómo pincha Ale, y qué bien suena todo el concierto, pese a ser la sala que es), van dejándose caer temas de su primer disco (Fuel Fandango, 2011) como Lifetime, The Engine o The Sense. Y no es hasta City cuando por fin suena el primer tema del disco que da nombre a la gira, al que siguen Trece Lunas, New Life, Monkey, Talking, I say No (tal vez mi canción favorita de todo su repertorio), Brazil, Read my Lips (la más rockera y la que más me gustó del concierto) y así hasta llegar a Shiny Soul, que cerró la primera parte de la actuación.

Cerraron con la obligada presentación del resto de la banda y de los múltiples agradecimientos al total de colaboradores y trabajadores de la gira, y con la puesta en escena de Nature Always Searching, las dos de su anterior LP.

Eran las 22:47 cuando todo terminó. Y como dijo Nita, era el último concierto de 2013. El suyo, el del resto de la banda, y el nuestro.

Feliz 2014.





sábado, 14 de diciembre de 2013

ROSENDO MERCADO

Rosendo Mercado
Madrid
Sala La Riviera
13 diciembre 2013. 21:15 hs.





Qué escucho mientras escribo esta entrada: AC/DC (Highway to Hell), Jailhouse Rock (Elvis Presley) y Radio 3 - Perdóname si no vuelvo a casa esta noche (Jeff Buckley, Triana, Los Suaves)

La mano de la imagen que tomé en el concierto de Rosendo celebrado el 13 de diciembre de 2013 en Madrid lo dice todo. Sólo hay un Rosendo. Sólo hay Rock and Roll. Y como bien señalan AC/DC en su mítico disco Back in Black (no, no me refiero al Back to Black de la desaparecida Amy Winehouse):

Rock 'n' roll ain't noise pollution 
Rock 'n' roll ain't gonna die 
Rock 'n' roll ain't noise pollution 
Rock 'n' roll it will survive 

Y eso fue lo que nos dio Rosendo a todos los que allí nos juntamos para disfrutar de su enorme concierto. Y nos contaminamos. Y comprobamos que el Rock and Roll sobrevive gracias a él.

Pero bueno, vamos un poco hacia atrás en el tiempo. Era septiembre y me entero que el gran Rosendo, prolífico artista donde los haya, líder en su día de una de las bandas "históricas" del rock and roll carabanchelero, madrileño, español y mundial, está de gira y, como no, pasa por la capital. Por su tierra, a menos de 7 km de su barrio de adopción (sí, algunos ya lo sabéis, Rosendo nació entre la élite del barrio de Salamanca - se le nota -, pero uno es de donde se hace, no de donde nace). 



¿Y quién es Rosendo? Rosendo es Historia. Es Nú, es Leño (Coz, Barón Rojo). Y no voy a dar más detalles. Sobradamente conocido (y referenciado).

¿Y qué hace un tipo como yo en un concierto como este? Pues ya lo dijo Rosendo en su mítica frase: "chico, hasta aquí hemos llegado..." Pues sí, hasta ahí habíamos llegado. Noche fría y lluciosa en Madrid (sólo apta para sofá y mantita). Y esta vez no iba sólo. Mi niña (mi amada niña) me acompañaba (y como disfrutó, "la jodía") y nos juntamos con ese Suto y esa rubia, amigos (camaradas, troncos, hermanos), fieles a la buena música, con ese punto macarra que les gusta (y nos gusta) exhibir, con ese desparpajo guitarrero donde los haya.

Y la Riviera llena. Entradas agotadas desde hacía días. Y un ambientazo "contaminante". Muchas canas. Muchas cabezas sin canas (y sin nada más). Mucha chupa negra. Cervezas en la cola de entrada. Cervezas en la barra de dentro. Luces apagadas. Rumores de que hay alguien por las características palmeras "rivereñas" (que nos espera). Y sale Rosendo. Pantalones vaqueros. Camiseta negra de anchas mangas cortas. Y su guitarra.

Son tres sobre un sobrio escenario. Rafa (bajo) y Mariano (batería) acompañan al Sr. Mercado. No hay nada más. Las luces de serie de la sala. Y su público.

Arranca con "A dónde va el finado" de su álbum "El endémico embustero y el incauto pertinaz", canción a la que siguen otras de sus trabajos en solitario ("Listos para la reconversión", "Jugar al Gua" - no paramos de bailar con "Cosita" -, "Vergüenza torera", "Deja que les diga que no", etc.).

Y por supuesto el primer estribillo por todos reconocible de la noche: "¡qué desilusión!", su "Agradecido" de "Loco por incordiar".

Entre canción y canción, gritos de ¡Rosendo, Rosendo!. Un público totalmente metido en el ambiente. Entregado a la causa.

Dos bises y cierre, como no podía ser de otra forma, con "Maneras de Vivir". Himno generacional. Y su letra me viene al dedo con este blog:

Voy cruzando el calendario 
Con igual velocidad 
Subrayando en mi diario 
Muchas páginas.

Y sí, si alguno no se ha dado cuenta aún, hablábamos de Leño. Y de Rosendo.

El rock and roll es un arte 
¡qué desilusión! 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

THE WAVE PICTURES

The Wave Pictures
Madrid
Sala Charada
25 noviembre 2013. 21:55 hs.

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Bad As Me (Tom Waits), Floating Coffin (Thee oh Sees) e Instant Coffee Baby (The Wave Pictures)

Tres tíos de Leicestershire anuncian que van a tocar a Madrid y agotan entradas. Así, como cuando yo decido ponerme un café. Sin pensarlo. Automáticamente. Y el cantante, que tiene cara de veinteañero, y el bajista, que también tiene cara de veinteañero (y esos rasgos faciales tan comunes que todos tenemos un amigo que se le parece), y el bajista, que, como no, tiene cara de veinteañero pero a punto de llegar a la treintena, cierran una nueva fecha y, encima, la cierran dos días antes de la inicialmente prevista (y agotada).


Uno que les sigue hace ya un par de años, compra la entrada. Mal día (era lunes) y un Madrid con un ligero frente polar sobrevolando nuestras cabezas. Acudo sólo: nadie a mi alrededor los conoce y nadie quiere conocerlos. Uno más, me digo. A disfrutar. Esa es la actitud. 

Con la moto me pongo en la puerta de la Sala Charada (calle la Bola, 13) en quince minutos. Una sala ubicada en pleno centro de Madrid, dejando a un lado el Palacio Real, al otro la Gran Vía. Sala cerrada cuando llego, así que aprovechando el contexto, montado de lomo y dos cañas bien tiradas que amenizan mi helado cuerpo.




Abren. Sala pequeña pero acogedora. Pocos nos hemos enterado de esta nueva fecha. Y pocos somos en el concierto. Reconozco alguna cara famosa. Veo a Eva "Amaral", que ese mismo fin de semana los he escuchado, vía Radio 3 (alabada sea), su actuación en Zaragoza, dentro de un mini festival que esta emisora ha organizado en la ciudad maña, y en la que pude escuchar (¿sufrir?) sus nuevos temas.

Lo peor del local, una horrorosa pantalla sobre el techo de la pista que hay frente al escenario (la sala Charada se anuncia como sala de baile). Luces multicolores que te aconsejan no tomarte ninguna pastilla de procedencia ilegal u otro tipo de droga. La conjunción podría hacerte vivir una experiencia para olvidar. A la derecha del escenario, un panel publicitario que va cambiando de imagen, anunciando bebidas, bebidas y bebidas (estamos en un bar, digo, en una sala de baile, digo, en un concierto). Se completa todo con dos barras, una de ellas utilizada exclusivamente para el merchandising de la banda.

Y con una hora de retraso sobre el horario previsto, empieza el concierto. Y salen los tres, juntos en una especie de ¿escenario?. Parece una tribuna. Como una de esas balconadas que aparecen en el restaurante de Grease, con Danny, Sandy, Rizzo o Kenickie asomándose al resto de mortales de abajo mientras devoran hamburguesas y batidos.

Pero no. Los de arriba saben que los de abajo estamos ahí por algo. Para escucharles, se entiende. Y las canciones que desbordan en casi hora y media de concierto, todas ellas sacadas de su prolífica obra (desde 2003 al menos un disco al año, con la excepción del 2007), te traen a la mente influencias africanas, zeppelianas e incluso más refinadas como las de la exbanda de nuestro amigo Morrissey.

Me sorprendieron varias cosas. Destaco la actitud de David Tattersall (voz y guitarra). Un ejemplo de lo tremendo que pueden sonar esos eléctricos solos de guitarra, obligándote, sin poder hacer nada por evitarlo, a despegar el pie del suelo. A mover las manos y los dedos como si estuvieras batiendo huevos para esa mística tortilla que se avecina. A contonear la cadera (sí, la cadera). Y todo ello, sin mover un ápice alguno de los músculos de su rostro. Sin pestañear, diría. Sin emitir ninguna muesca de aprobación o desaprobación. A lo sumo, alguna sonrisa cómplice con sus socios de banda. Así, imperturbable.

Y el bajo de Franic Rozycki, enorme también. Ya dije que es verle y decir "me suena la cara de este tío. Seguro que le conozco de algo. Fijo". Y el tipo no desentona con nada. Y tiene cabida plena.

Por último, el que para mí se me presentó como un virtuoso de la batería y del ritmo, incluso cantando dejó un listón bastante alto para muchos vocalistas "titulares" de muchas bandas. El batería Jonny Helm. Hubo momentos que era él quien llevaba la batuta (digo la baqueta) de la banda. Y desgranó suficiente material para irrumpir en aplausos, más que merecidos y aluvión de silbidos de aprobación en cada tema en el que se dejaba (literalmente) el alma.

En cuanto al repertorio, pude reconocer Atlanta, Chesnutt o Shell, de su último trabajo (City Forgiveness, publicado este mismo año), un par de versiones de Daniel Johnston (no incluimos aquí la versión que hizo de Gotye y su aclamado y odiado - por la parte que me corresponde - "Somebody That I Used To Know" y las risas nos echamos con ella). Sí eché en falta alguna otra canción, sobre todo la del álbum fetiche de la banda en mi discoteca: "Instant Coffee Baby", y con el que les conocí. No hubiera estado mal escuchar "I love you like a madman" o "Leave The Scene Behind" y su enérgico estribillo:

If you want to be with me,
You've gotta leave that scene behind,
And if you want to be free
You've gotta push your friends aside


¿Y a cuántos de nosotros nos suena esta letra?


INTRO Y BISES

Empiezo este blog explicando el por qué de su nombre: "Entradas que pintan canas. Otra forma de contar la música en directo". Pues eso. Claro y conciso. Mis canas y yo, en ocasiones acompañados, somos gente de conciertos. Nos gusta la música, y nos encanta la música en directo. Y con 40 tacazos ya. Y cuando el bolsillo lo permite, y cerca se deja caer uno de tus grupos o solistas que sigues desde tu mp3 desde hace días o décadas, pues allá vamos. Sin compasión.

A ello se suma esa afición a guardar todas las decenas de entradas que uno adquiere para tantos conciertos, con la pena (y la lágrima) de que las nuevas tecnologías y sus mecánicas impresoras hayan acabado con las obras de arte, coloridas y en ocasiones con relieves, que antaño adquiríamos en nuestras tiendas de música preferidas.



La idea es publicar la entrada o "ticket", añadir alguna imagen del concierto y, por supuesto, aportar una crítica personal, que como la de los restaurantes, añada no solo información sobre el plato principal (concierto en sí) o de los empleados (artistas), sino también de aquéllos otros detalles (pan, lavabos, luz) que se escapan en muchas de las lecturas de aquellas crónicas que afamados periodistas del género, bien escupen con sarna y odio, bien alaban y elevan a lo más alto.

Y por último: el dilema. ¿Por dónde empezar? Decidido. En plena era de la inmediatez, hay que empezar por lo más fresco, y si bien llevamos ya once meses de asistencia a Lana del Rey, Crystal Fighters, Cody Chesnutt, Vargas Blues Band + Cris Jagger (sí, el hermanísimo del stoniano Mick), Dominique A, o Arctic Monkeys y muchos más, he decidido comenzar por esta misma semana, última del mes de noviembre de 2013...

Empieza el concierto.