miércoles, 27 de noviembre de 2013

THE WAVE PICTURES

The Wave Pictures
Madrid
Sala Charada
25 noviembre 2013. 21:55 hs.

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Bad As Me (Tom Waits), Floating Coffin (Thee oh Sees) e Instant Coffee Baby (The Wave Pictures)

Tres tíos de Leicestershire anuncian que van a tocar a Madrid y agotan entradas. Así, como cuando yo decido ponerme un café. Sin pensarlo. Automáticamente. Y el cantante, que tiene cara de veinteañero, y el bajista, que también tiene cara de veinteañero (y esos rasgos faciales tan comunes que todos tenemos un amigo que se le parece), y el bajista, que, como no, tiene cara de veinteañero pero a punto de llegar a la treintena, cierran una nueva fecha y, encima, la cierran dos días antes de la inicialmente prevista (y agotada).


Uno que les sigue hace ya un par de años, compra la entrada. Mal día (era lunes) y un Madrid con un ligero frente polar sobrevolando nuestras cabezas. Acudo sólo: nadie a mi alrededor los conoce y nadie quiere conocerlos. Uno más, me digo. A disfrutar. Esa es la actitud. 

Con la moto me pongo en la puerta de la Sala Charada (calle la Bola, 13) en quince minutos. Una sala ubicada en pleno centro de Madrid, dejando a un lado el Palacio Real, al otro la Gran Vía. Sala cerrada cuando llego, así que aprovechando el contexto, montado de lomo y dos cañas bien tiradas que amenizan mi helado cuerpo.




Abren. Sala pequeña pero acogedora. Pocos nos hemos enterado de esta nueva fecha. Y pocos somos en el concierto. Reconozco alguna cara famosa. Veo a Eva "Amaral", que ese mismo fin de semana los he escuchado, vía Radio 3 (alabada sea), su actuación en Zaragoza, dentro de un mini festival que esta emisora ha organizado en la ciudad maña, y en la que pude escuchar (¿sufrir?) sus nuevos temas.

Lo peor del local, una horrorosa pantalla sobre el techo de la pista que hay frente al escenario (la sala Charada se anuncia como sala de baile). Luces multicolores que te aconsejan no tomarte ninguna pastilla de procedencia ilegal u otro tipo de droga. La conjunción podría hacerte vivir una experiencia para olvidar. A la derecha del escenario, un panel publicitario que va cambiando de imagen, anunciando bebidas, bebidas y bebidas (estamos en un bar, digo, en una sala de baile, digo, en un concierto). Se completa todo con dos barras, una de ellas utilizada exclusivamente para el merchandising de la banda.

Y con una hora de retraso sobre el horario previsto, empieza el concierto. Y salen los tres, juntos en una especie de ¿escenario?. Parece una tribuna. Como una de esas balconadas que aparecen en el restaurante de Grease, con Danny, Sandy, Rizzo o Kenickie asomándose al resto de mortales de abajo mientras devoran hamburguesas y batidos.

Pero no. Los de arriba saben que los de abajo estamos ahí por algo. Para escucharles, se entiende. Y las canciones que desbordan en casi hora y media de concierto, todas ellas sacadas de su prolífica obra (desde 2003 al menos un disco al año, con la excepción del 2007), te traen a la mente influencias africanas, zeppelianas e incluso más refinadas como las de la exbanda de nuestro amigo Morrissey.

Me sorprendieron varias cosas. Destaco la actitud de David Tattersall (voz y guitarra). Un ejemplo de lo tremendo que pueden sonar esos eléctricos solos de guitarra, obligándote, sin poder hacer nada por evitarlo, a despegar el pie del suelo. A mover las manos y los dedos como si estuvieras batiendo huevos para esa mística tortilla que se avecina. A contonear la cadera (sí, la cadera). Y todo ello, sin mover un ápice alguno de los músculos de su rostro. Sin pestañear, diría. Sin emitir ninguna muesca de aprobación o desaprobación. A lo sumo, alguna sonrisa cómplice con sus socios de banda. Así, imperturbable.

Y el bajo de Franic Rozycki, enorme también. Ya dije que es verle y decir "me suena la cara de este tío. Seguro que le conozco de algo. Fijo". Y el tipo no desentona con nada. Y tiene cabida plena.

Por último, el que para mí se me presentó como un virtuoso de la batería y del ritmo, incluso cantando dejó un listón bastante alto para muchos vocalistas "titulares" de muchas bandas. El batería Jonny Helm. Hubo momentos que era él quien llevaba la batuta (digo la baqueta) de la banda. Y desgranó suficiente material para irrumpir en aplausos, más que merecidos y aluvión de silbidos de aprobación en cada tema en el que se dejaba (literalmente) el alma.

En cuanto al repertorio, pude reconocer Atlanta, Chesnutt o Shell, de su último trabajo (City Forgiveness, publicado este mismo año), un par de versiones de Daniel Johnston (no incluimos aquí la versión que hizo de Gotye y su aclamado y odiado - por la parte que me corresponde - "Somebody That I Used To Know" y las risas nos echamos con ella). Sí eché en falta alguna otra canción, sobre todo la del álbum fetiche de la banda en mi discoteca: "Instant Coffee Baby", y con el que les conocí. No hubiera estado mal escuchar "I love you like a madman" o "Leave The Scene Behind" y su enérgico estribillo:

If you want to be with me,
You've gotta leave that scene behind,
And if you want to be free
You've gotta push your friends aside


¿Y a cuántos de nosotros nos suena esta letra?


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