viernes, 28 de febrero de 2014

BOMBAY BICYCLE CLUB

Bombay Bicycle Club
Madrid
Sala But
22 febrero 2014

Qué escucho mientras escribo esto: Dog is Dead (All our favourite Stories), Siglo XXI (Radio 3, podcast), Temples (Sun Estructures), Bombay Bicycle Club (I Had the Blues But I Shook Them Loose y So Long, See You Tomorrow)



Era sábado, y el centro de Madrid atestado, y la zona de Barceló parecía un campus universitario a la hora de abandonar todo el mundo, al unísono, facultades y escuelas técnicas, pero con la diferencia de que era de noche ya entrada. Y era sábado.

Y yo hace meses que dejé la treintena, y que la cuarentena (curioso que el término al que se refiere este ciclo vital-década pueda tener también la acepción de aislamiento preventivo) hoy me acompaña a mí y a mis canas (que pintan, no que peinan). Y aunque trabajo en una Universidad (a distancia ella, que no yo) y entre otras cosas se caracteriza por tener estudiantes en edad avanzada, pues que me encontraba como estudiante entre pasillo, aula, biblioteca, "cantina" y fotocopias. Y no sé si iba a la moda o no, pero iba en zapatillas, y eso mola.



Bueno, que el concierto que cerraba esta semana "Bands of London", tras Fanfarlo y Savages era el de Bombay Bicycle Club, un cuarteto británico (Jack Steadman, Jamie MacColl, Suren de Saram y Ed Nash) nacido a mediados de la pasada década, que en Madrid (me imagino que al igual que en el resto de ciudades donde paraba esta gira) se presentaron en formato de sexteto, con una chica a los coros y a la percusión y un chico al teclado y también a la percusión. Presentaban su cuarto LP (este mismo mes de febrero había salido a la venta), "So Long, See You Tomorrow".

Y esta vez no iba solo, ni mal acompañado. Repetía con Raquel (solo presente en aquéllos conciertos que su perspicaz sabiduría no tacha de "música ratonera"), y con los señores de Espada Moya, el santo varón, que repetía conmigo, tras Savages, esa misma semana, y su santa esposa, la gentil Lía, con la que no compartía "pista" desde el FIB de Arcade Fire, allá lejos en la memoria.

Y tuve la suerte, al estar ubicados (siempre me gusta hacerlo totalmente enfrentado al escenario, sin importar la distancia) justo delante de la mesa técnica, de encontrarme (con el rabillo del ojo) con la lista de canciones que pensaba (ay de mí) habían abandonado los similares empleados de Fanfarlo (esa misma semana también tocaron en la Sala But) ya que mi mirada "penetrante", aún con lentillas, reconoció la inclusión de "Luna" (Fanfarlo tienen la suya propia). Pero no, no era la de Fanfarlo. Era la de BBC, y así me lo hizo saber uno de los técnicos cuando la alejó de mi vista, sin miramiento ni sensibilidad alguna, a mi escueto estado de emoción y algarabía. 

Y cómo describir a BBC. Pues a mí me traen recuerdos de un pop elaborado y más refinado, con algún aire latino que le da un buen rollo especial (incluso algún sonido que me recuerda a música árabe, como el solo de teclado en Feel), como si quisiera decirnos que no hay cabida para quejas, problemas u otras cosas cenizas. Que ellos están para que disfrutes y trasmitirte positividad. No en plan Raffaella Carrá ("Para hassser bien el amor hay que venir al ssssur"), pero sí para aprovechar su momento que, al fin y al cabo, también es el tuyo.

El concierto arrancó a las 21:38 con Overdone (como me gustó esa percusión), a la que siguieron It,s Alright Now, Shuffle, Come to, You eyes, Lamplight y así hasta un total de dieciséis canciones que desgranaron en (según cronometré) una hora y diecisiete minutos. Por supuesto, sonaron algunos de sus éxitos más conocidos, como Luna, Overdone, Always Like This, Carry Me (con la que cerraron el concierto) o Home by Now.

De destacar fue que de las diez canciones del disco que presentaban en esta gira, sonaron ocho de ellas.

Finalizó el concierto, con todos entregados a la banda. Sobre todo los cientos de Erasmus que nos rodeaban, unos hablando hasta el infinito y más allá (se cumple la máxima de concierto en Madrid es igual a Tasca de Barrio), y otros amándose, piel con piel, labio con labio, caricia con caricia, en una noche hermosa, donde había parado de llover, con una media luna que brillaba en el horizonte y que nos mostraba el camino que BBC había marcado.

Y sí, al final la tuve entre mis manos...´Pero se la volvieron a llevar...






domingo, 23 de febrero de 2014

SAVAGES

Savages
Madrid
Sala Shoko
20 febrero 2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Pink Floyd (Dark Side of the Moon), Patti Smith Group (Wave), Joan as Police Woman (Real Life), PJ Harvey (Is this desire?)



No entiendo que significa post-punk, como no entendería igualmente los conceptos de post-pop, post-rock o incluso post-reggaeton en caso de existir. Las diferentes corrientes musicales, sociales, culturales, artísticas, etc. deberían ser únicas, con sus características y especificidades, con sus diferencias recíprocas y, por supuesto, con sus similitudes entre ellas. Y las etiquetas, siempre hemos sabido que sólo sirven para marcar las tallas y los precios...

Y Savages, el cuarteto femenino londinense que vino a Madrid a presentar su único disco, está etiquetado como post-punk. Y no lo entiendo.


Llevaba un 20 de febrero cargadito. Un día que comenzaba pronto, llegando al trabajo antes de las 8 de la mañana para preparar los últimos detalles de una reunión que me llevaría hasta casi las 13 horas. Mi hijo malo en casa y a media tarde una Jornada-ponencia escolar que había organizado sobre la Ley esa de educación que tenemos nueva cada cierto tiempo en España. Salir de la jornada, recoger a mi otra hija que estaba en casa de una amiga y, por fin (y aún sin haber comido), moto, M-30 (lloviznando) y calle Toledo, 86, donde me esperaba mi tocayo Fer Espada, respetable amigo, de las pocas personas que conozco con inquietudes musicales similares a las mías, persona tranquila donde las haya, y al que siempre agradeceré haberme dado a conocer la plataforma Spotify, fuente inagotable de acceso y descubrimiento musical.

La sala estaba completamente a reventar. En mi caso, tuve la suerte de enterarme que Savages tocaban en Madrid el mismo martes de esa semana, y en la web donde vendían las entradas señalaban que sólo quedaban 30 localidades disponibles, así que puedo considerarme, como dice mi hijo, un "suertudo". 

Pero bueno, vamos al concierto. Lo primero que hicimos al entrar fue enganchar dos cervezas rápidas, que en mi caso, supieron a gloria. De fondo sonaban los teloneros de la banda, un dúo llamado A Dead Forest Index, que para ser sinceros, entre que entramos algo tarde y que nos engachamos a la barra como si de una boda se tratara, poco caso pudimos hacerles. A ellos se sumó el encuentro con unas amistades de mi compadre que ya nos desconectaron (sin lamentaciones, he de decirlo) de lo que pasaba en el escenario. Yo de hecho, miré de reojo un momento y creí reconocer a dos personas que jugaban con sonidos pregrabados entre nubes de humo y cientos de cabezas.

Savages aparecieron ligeramente retrasadas en relación con el horario señalado por la organización. Mi reloj marcaba las 21:49 hs. y cuatro chicas subieron al escenario, cuatro chicas de pantalones negros, tres de ellas con igual color de camiseta, y la líder, la cantante Jehnny Beth (dato curioso: su verdadero nombre es Camille Berthomier) con una camisa blanca que, de encontrártela una tarde en la calle, pensarías que se trataba de una ejecutiva que acaba de salir del consejo de administración de alguna multinacional. Y curioso era observar como el escenario estaba dividido en dos zonas verticales blanca y negra, como si la propia mitad de la banda fuera Jehnny y la otra mitad sus compañeras: Gemma Thompson (guitarra), Ayse Hassan (bajo) y la estupenda (y como me gustó el concierto que nos dio, recordándome, en ocasiones, los hermosos y tremendos movimientos que comprobé hacía ya años viendo a Meg White tocando con White Stripes) Fay Milton a la batería.

El único disco que tienen publicado (2013) hasta la fecha, Silence Yourself (al finalizar la presente gira tienen pensado entrar en estudio) anunciaba que el concierto no iría mucho más allá de la hora (al final fueron 65 minutos), pero la intensidad del mismo, los temas que lo componen y lo desgarrador, y en ocasiones comparable con la mítica Patti Smith, o más recientemente PJ Harvey o Joan as Police Woman (me dejo a Peaches), no defraudaron al respetable, que como ya señalaba, sobrepasaba el aforo de la sala.

Arrancaron con I'm here, a la que siguieron City's full (of sissy pretty love, cantaban...), She will (You've got to get used to it / And give your heart a little kick), Strife (And they must seek you there / Where death outnumbers life), la relajante Waiting for a Sign, una versión del Dream baby Dream Suicide que un servidor desconocía (y reconozco que la original no me dice nada y en cambio esta versión de lo dice todo), la fetiche para la crítica y single comercial Shut Up (no hubiera estado mal que el respetable se hubiera sentido aludido), la eléctrica No Face, la rítmica Husbands (My house, my bed, my husbands), la (esta sí) "punkorra" Hit me, y el cierre, de más de 15 minutos, iniciado con un tibio sonido de bajo y batería, con alguna guitarra rasgada, pero todo en torno a una espesa calma, que poco a poco iba creciendo y que terminó, hasta el final del concierto, con Jehnny saltando de lado a lado, al explosivo ritmo que sus compañeras marcaban en un auténtico orgasmo metálico.

Rozaban ya las once de la noche. Había dejado de llover. No hacía apenas frío en la calle. Era hora de volver a casa. Y descansar. Y empezar a contar el tiempo en que vuelvan a Madrid y nos electrifiquemos de nuevo.








miércoles, 19 de febrero de 2014

FANFARLO

Fanfarlo
Madrid
Sala But
17 febrero 2014. 20:00 hs.

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Roxy Music (selección Spotify), Fanfarlo (Rooms Filled With Light, Reservoir), Youtube (actuaciones Tocata, TVE)



En la misma mañana del concierto de Fanfarlo, los oyentes de Radio 3 podíamos disfrutar de un breve aperitivo con la entrevista que desde el programa Hoy Empieza Todo les hicieron a la banda londinense. José Manuel Sebastián y Gustavo “Traductor” Iglesias en la que repasaron con ellos varios temas del último disco “Let’s Go Extinct”, publicado este mismo mes de febrero de 2014. Hablando sobre los orígenes de la vida, Simon, Cathy y Leon comentaron varios aspectos del álbum (sonido adulto, filosófico, según desgranaron) y de algunas de las canciones que por la noche disfrutamos los asistentes en su presentación en Madrid.

Yo llevo poco tiempo siguiendo al grupo. Empecé a escucharles cuando llegó a mis oídos su segundo álbum “Rooms Filled With Light” (2012), del que me quedé totalmente prendado. Canciones como “Deconstruction”, o “Shiny Things” me engancharon desde el principio y desde entonces me considero asiduo seguidor de los británicos. Posteriormente, lo abandoné por Reservoir (2009), su primer disco, que supuso la conexión sentimental (snif, snif) con el quinteto.

Pero entrando ya en el concierto, y tras mi solitaria asistencia (otra vez), pero disfrutando al máximo, señalar que los primeros en pisar el escenario fueron los italianos (de Cerdeña) y afincandos en Londres, “Lilies on Mars”, un grupo de pop (¿psicodélico?), con alguna estridencia desconcertante, que, siendo lunes noche, los allí presentes tuvimos que esforzarnos en prestarles la debida atención, y más aún cuando uno llevaba ya despierto desde las cinco de la mañana. Por ahí decían que el grupo había compartido experiencias con el mismísimo Franco Battiato. Esta semana enchufo spotify a ver qué me encuentro, pero lo que vi, sin golpear a nadie en pleno rostro, me afectó lo mismo en mis volátiles entrañas que otra victoria futbolística de alguno de los equipos líderes de nuestra liga.


Fanfarlo aparecieron a las 21:27. Cinco músicos, algunos de ellos multinstrumentalistas, con diferentes vestiduras y looks ¿casuales?. Como no, el líder y vocalista Simon Balthazar (de origen sueco) aparecía con un extenso flequillo rubio, ladeado de modo "cómplice” que junto con un jersey de cuello alto, recordaba a un iniciático Enrique Bumbury ochentero, con ganas de avalancha. A su lado, el resto de la banda: Cathy Lucas (seguramente la más virtuosa del quinteto), con un corte de pelo a lo garçonne, responsable de los teclados, sintetizadores, violín y una vistosa sierra musical; Leon Beckenham a los teclados y trompeta (qué buenos solos nos dejó); un escondido Justin Finch al bajo; y la última incorporación a la banda, al menos durante esta gira, la batería Valentina Magaletti.

Pero vamos al concierto. El sonido no lo disfruté del todo. No estuvo a la altura del último concierto que presencié en la Sala But (Crystal Fighters, en septiembre de 2013), pero debido a la calidad de los componentes de la banda, el espectáculo salió adelante con un resultado de notable alto. Y tengo que decirlo: aunque no tengan nada que ver, es escuchar a Fanfarlo y venirme a la cabeza Roxy Music, con esos teclados, esa pose ochentena y ese pop de calidad. Pero bueno, esa es otra historia que traslado a personal médico especializado...

Arrancaron con Ghosts, de su primer álbum "Reservoir" (2008) y fueron desgranando un potente arsenal en el que, en su tercer tema, ya estábamos todos bailando al son de Deconstruction (Rooms Filled With Light), tema que dio paso a que Simon pidiera al respetable, amigablemente, que se callase (el rumor típico de tasca española era altamente perceptible). Siguieron alternando canciones de sus hasta ahora tres discos y un EP (The Sea) como The Beginning and the end (We will have to cross the ocean/This is the price we'll have to pay/Standing just this slopes good for you and me/There is more beneath the ice shells/No matter what I have to say), The Walls Are Coming Down, LetThe sea (una de las dos canciones en las que Simon nos pidió trasladarnos mentalmente al “big blue”), la inicialmente tranquila y posteriormente hermosa Comets (Look up, open the clouds/Here comes the bombshell/On the way home), Let’s go extinct, Luna (imposible quedarse quieto). Acabaron, tras un bis esperado de dos canciones, con la trompetera The walls are coming down.

La banda abandonó el escenario rayando las 22:45 y se encendieron las luces. A mi derecha, creí reconocer a Marcos, un amigo compañero de las noches veinteañeras en Moby Dick y La Galería que hacía tiempo que no veía. Me acerqué lo suficiente y comprobé que no era él. Al menos no le lancé una execrable entonación de júbilo acompañada de una palmada en la espalda. Fanfarlo me había trastocado los sentidos, sobre todo el de la vista. No paraba de ver océanos, hombreras, pantalones con bajos pesqueros y gente con pelo cardado aplaudiendo en Tocata.

Y volví a casa, al calor de una acogedora manta en el invernal mes de febrero...