viernes, 25 de abril de 2014

KEZIAH JONES

Keziah Jones
Madrid
Sala But
24/04/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: André 3000 (The Love Below), Cody ChesnuTT (The Headphone Masterpiece), Keziah Jones (African Space Craft), The Jimi Hendrix Experience (Are You Experienced).


Me encanta la música negra. Me gusta el funky, el Rhythm and blues, el jazz, el blues, el soul, el reggae. No pierdo ni una nota de los programas especializados de Radio 3 en los que se nos presentan nuevos o consagrados artistas africanos. Y siempre he tenido debilidad por la felicidad (salvo excepciones, claro está) y la positividad que las gentes africanas dan a toda adversidad y problemáticas existentes en sus países.

Y qué demonios. Me gusta el buen rollo. Y tener delante a personas que vienen a darte buenas vibraciones. A sacarte una buena carcajada aunque el tema de conversación sea de lo más deprimente. A evadirte de la rutina diaria de una gran ciudad. Y además, de esta forma.


Esas fueron las premisas de asistir, una vez más, a mi segundo concierto de este artista, Keziah Jones, tras la gira que en noviembre de 1999 le trajo a Madrid a presentar Liquid Sunshine. Nacido en Nigeria, pero ciudadano del mundo que se ha movido por buena parte de Europa (UK, Francia) y de América, KJ se mueve por los sonidos del funk, del blues, del soul, con fuertes influencias de la música étnica yoruba nigeriana. En algunas entrevistas, el propio KJ hablaba que el término que mejor describe su estilo sería el "Blufunk" (de la unión de blues y funk), y realmente un servidor también le pondría esa etiqueta, oídos sus discos (el último no detalladamente) y habiendo acudido a dos de sus conciertos (por cierto, consultando mi colección de entradas, compruebo que el concierto al que acudí en 1999 se celebró en la Sala Caracol).


Pero trasladándonos ya al concierto de este 24 de abril, con la sala sin llenar, y acompañado de nuevo por mi tocayo Fer, gran y buena compañía donde las haya (quiero destacar que en unas de las canciones del concierto Fer reconoció los acordes de un tema de Black Sabath que en ella introducía KJ), la sala But nos acogía de nuevo esta temporada (tras Fanfarlo y Bombay Bycicle Club) para ver y escuchar al artista nigeriano.

Señalar que todo en su actuación fue puro espectáculo. Su carisma y vistosidad fueron la tónica del concierto (esas ray-ban rosas y esos sombreros), de un tipo que cambió varias veces de vestuario: dos camisetas que utilizó sobre el escenario eran de su propio merchandising, que alternó con un indescriptible complemento conformado por varias capas de hombreras, superpuestas, sobre un chaleco, todos ellos "tuneados" con vistosos colores y formas, y que como colofón cerró con la capa con la que se presentaba su álter ego y super héroe "Captain Rugge", emanado de su álbum de 2003 del mismo nombre. Todo un espectáculo, como ya he dicho.

Y qué decir de sus cualidades como músico. Sin palabras. Hasta seis guitarras utilizó en su actuación (rompiéndose una cuerda de una de ellas, y sonando igual, como si nada). Acompañado por el batería Nathan Allen y el bajista Otto Wiliams (qué marcha tenía éste último; con un bajo que parecía una extensión de su cuerpo, cómo se movía pese a tener un claro sobrepeso que no le impedía transmitir unas contagiosas vibraciones de buen rollo), desgarraba la guitarra (sin púa), como aporreándola sin contemplación, pero sacando unos sonidos altamente "funkeros" que sirvieron para mover al respetable y comprobar la virtuosidad del músico de Lagos.

De los temas que pude reconocer en su actuación, al igual que en el concierto de 1999, me quedo con mi álbum fetiche de KJ: African Space Craft. Tres de sus temas arrancaron el concierto: "Funk and Circumstance" (con la que empezó), "Dear Mr. Cooper" "Million Miles From Home" y a las que siguieron otras en las que repasó su ya dilatada carrera (su primer disco, Blufunk Is A Fact, data de 1992) como "Beautiful Emilie" de Captain Rugge o "Rhythm is love", además de dejar alguna perla como su versión "hendrixiana" del All Along the Watchtower de Bob Dylan, o dos temas presentados sin el apoyo del resto de su banda.

Terminó, tras un único bis, con la readaptación al español de la indescriptible "Pass the join" (Pass the porro, decía), que ya había tocado a mitad del concierto.

Pasadas las once de la noche, marchamos para casa. Fuera había estado lloviendo, y parecía que torrencialmente. Justo lo que duró el concierto. ¿Coincidencia? No lo creo...






No hay comentarios:

Publicar un comentario