jueves, 10 de julio de 2014

THE LUMINEERS

The Lumineers
Madrid
Sala La Riviera
09/07/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: The Lumineers (The Lumineers), Morrissey (World Peace Is None of Your Business)

Una noche, a finales de junio, me decidí finalmente a acudir a ver a The Lumineers en Madrid. Llevaba tiempo barajando la posibilidad de ir a este concierto desde que saltó la noticia de que iban a venir a tocar. Las entradas llevaban meses a la venta. Y, raro en mí, esperé al último momento para decidirme.

No había razón aparente o excusa que semanas antes me dijera: "compra las entradas, ve a verlos, aprovecha esta oportunidad". Nadie me animó a ir, ni nadie me aconsejo hacerlo. Simplemente, y creo que por ahí había una respuesta, esa noche decidí escuchar su único disco hasta la fecha: The Lumineers.

También es cierto, que lo hice (escuchar su disco) en un contexto diferente. No estaba en Madrid. Ni siquiera en España. Pasaba unos días con Raquel y los niños en el sur de Portugal, en la zona del Algarve, en un pequeño pueblo muy cerca de la costa, llamado Almancil. Nos alojábamos en un establecimiento hotelero conformado por diferentes villas que completaban todo el complejo. Dos piscinas, de azulada iluminación nocturna, lo repartían en dos mitades: una más callada y tranquila, apta para parejas de mediana edad sin niños, otra más "colorida", donde éramos varias las familias (todas europeas) las que allí descansábamos. Y ambas zonas, algo curioso, estaban comunicadas por un pasillo-biblioteca, que, recordando la mítica biblioteca de Alejandría, recogía volúmenes de varios idiomas.



Junto a nosotros se encontraban dos familias amigas, holandesas, con varios niños de corta edad. Era normal verles a media tarde, dando la cena a sus hijos, y descansando después rodeados de copas de vino y botellas de cerveza. Nuestras terrazas, a pie de calle, frente a la piscina, estaban juntas.

Aquélla noche, poco antes de dedicarme a la citada escucha, mientras cenábamos (los españoles, y más en vacaciones, somos de cenar muy tarde) fuimos alertados por la carrera, veloz, de uno de los holandeses. El padre de una de las familias pasó corriendo delante nuestro hacia la zona trasera de las Villas. Lo primero que pensamos era que alguno de los niños se había escapado, y que el padre, como es lógico, estaba buscándole por el recinto. Pero no. Volvió y esta vez lo hizo con un móvil en la mano. Haciendo uso de él, se dirigió a su receptor en inglés, perfectamente audible desde donde nos encontrábamos: "Hi, are there a fire in front of us. Please, come back here", dijo en un fuerte acento. Efectivamente, a no menos de cien o doscientos metros de nosotros, y perfectamente visible desde donde nos encontrábamos, en una zona de monte cercana a las villas, se estaba desatando un incendio, a la vista, aún pequeño. El holandés dio datos de ubicación: calle, restaurante cercano, etc. Mis hijos, como el resto de adultos, estaban alertados, unos asombrados y expectantes, otros asustados, fueron testigos de su primer incendio cercano. Quietos, esperamos impacientes qué hacer, pero finalmente, el fuego no fue a más y en corto espacio de tiempo fue finalmente extinguido.



Cuento esta historia porque la vida está llena de coincidencias, anécdotas para algunos, pero creo que señales del destino (si así se puede señalar), para otros. Yo no me decanto por unos ni por otros. Lo que ocurre, ocurre, y las explicaciones tiene que buscárselas cada uno como estime oportuno. Pero esa noche, mientras escuchaba el disco, había una luz, una "luminaria" mirando hacia nosotros, que tocó en mi hombro y me dijo: "ya".

Tengo que decir que el único disco de este inicial trío de Denver (hoy quinteto), que aún rondan la treintena, es un álbum que te marca al instante. Y que te ilumina. Once canciones que traían a Madrid esta noche de julio y que, bien acompañado como estaba (amigo Fer) se presentaban en una noche que aún no traía el calor típico a estas alturas, en la ribera (Riviera) del Manzanares.

Curioso era ver la parte exterior de la sala. No éramos muchos los allí congregados, y triste fue ver como un grupo de extranjeros se quedaban sin entrar (con su entrada en la mano) por no cumplir con la edad legal. Algunos de ellos hasta se acercaron a nosotros a regalarnos las entradas (que no eran baratas, por cierto).

Pero bueno. El concierto se desarrolló por los cauces previstos. La puesta en escena, presidida por tres grandes lámparas, sencilla, pero efectiva, dejaba plena libertad de movimientos a los integrantes de la banda: Wesley Schultz (voz y guitarra), Jeremiah Fraites (batería y banjo), Neyla Pekarek (violonchelo, voces y percusión), Stelth Ulvang (teclado) y Ben Wahamaki (bajo). Los cinco, que ya se dejan ver como quinteto en entrega de premios y entrevistas ante la prensa, aparecen totalmente conectados, y el sonido que generan, la calidad del mismo, la sinergia de todos ellos (algunos virtuosos multiinstrumentistas de academia), hicieron que un servidor tuviera que esforzarse en demasía para recordar la última vez que La Riviera "sonó tan bien".

El repertorio que trajeron daba poco lugar a dudas, ya que su único álbum, que fue interpretado casi al completo, incluye sólo 11 canciones (16 si nos vamos a la versión "deluxe"). Sonaron Submarines (que dio inició al concierto), I Ain't Nobody's Problem (de la versión deluxe), Flowers in your head (que abre el álbum), Ho Hey (su canción más conocida), Classy GirlsSubterranean Homesick Blues (versión de la canción  de Bob Dylan incluida en su célebre Bringing It All Back Home), Falling (nueva canción que presentaban en directo, a dúo entre Wesley y Neyla), Darlene (que tocaron en el centro de la sala, rodeados de público, totalmente unplugged), Stubborn Love, o Flapper Girl (con la que cerraron la primera parte del concierto). Tras un descanso de pocos minutos, volvieron al escenario e interpretaron cuatro últimas canciones, entre las que reconocí Morning Song (última del álbum), Gale Song (de la BSO de Los Juegos del Hambre: en Llamas, y Gun Song (de su EP de 2011 con el mismo nombre). Cerraron con Big Parade, con todo el público aplaudiendo y despidiendo a los americanos (ya con las luces de la sala encendidas y con música de DJ sonando).

Fue un buen concierto. Animado y con un buen rollo respirándose en todo el local. Gente muy joven y muchos de ellos extranjeros. Y fuera esperándonos a todos un viento atroz, inusual, como La Riviera sonando bien...





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