jueves, 4 de diciembre de 2014

LEON BENAVENTE


León Benavente
04/12/2014
Sala Joy Eslava
Madrid

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Morrissey (aleatorio itunes), The Smiths (Meat is Murder), Jhonny Marr (Playland), Arcade Fire (Neon Bible), Ilegales (aleatorio Spotify)

Llevaba con la entrada comprada desde agosto, me imagino que poco después de salir a la venta. Por supuesto, el grupo de moda del momento había agotado entradas, no un día, si no dos, alternos, jueves y sábado. Ambos dentro del ciclo de conciertos "Pop & Dance", que los traía a Madrid, junto con otros artistas de la talla de Mercromina, Australian Blonde o Sidonie.

En mi caso, mi entrada era para la víspera del puente de la Constitución-Inmaculada, con un Madrid aún arrancando la navidad, pero que en sólo 24 horas iba a ver sus calles colapsadas y llenas de turistas nacionales recorriendo sus plazas y lugares emblemáticos.

Y aún así, me llamó la atención lo bonita que estaba la ciudad. La calle Alcalá, Sol, Arenal, Mayor. Un espectáculo antes de verlo invadido por las hordas de las bolsas de regalos.



Esta escapada me tocaba pasarla con Javi, compañero del trabajo, que dentro de dos días se nos casaba. Según él, ya empezaba a tener síntomas preocupantes: le daba pereza acudir a los conciertos. "- No", le decía yo, "- Es sólo pasajero. Mírame a mí. Casado hace ya 12 años. Cuatro hijos. Trabajando. No sé cuántas responsabilidades sociales. Y aquí estoy. Esperando a que salgan Abraham Boba y sus muchachos (o los muchachos del Sr. Vegas). Pagando cinco euros por un botellín... Tranquilo. Volverás. La luz está al final del túnel".

Y así fue. Se animó. Y entre cerveza y cerveza, apostados en un lateral del escenario, pasadas las 21:30 de la noche, hizo aparición el cuarteto al que da nombre la, muchas veces tomada, carretera de León a Benavente (con parada en esta última para tomar el obligado bocadillo).

El repertorio se circunscribe a sus dos únicos trabajos hasta la fecha: un EP de cuatro canciones y un álbum, publicados el pasado 2013, que venían sonando ya desde hacía meses en las radios "no comerciales" españolas, sobre todo en Radio 3, donde tuve la suerte de acudir, allá por el pasado mes de mayo, a la grabación de uno de los Conciertos de Radio 3 junto con Nacho Vegas. La fuerza de su directo, con muchas influencias en ese teclado de The Doors (por momentos Boba me recordaba a Manzarek), a los que había que añadir esos guitarrazos certeros, dolientes, incisivos, hacen que hoy en día sea una de las bandas de las que más se disfruta en vivo en el panorama patrio.

Y según su líder, Abraham Boba, con más de 120 conciertos a sus espaldas en los últimos meses...


Arrancan con la "tranquila" Década ("lo que está claro es que algo tiene que cambiar o se irá todo a la mierda"), a la que siguen Estado ProvisionalMuy Fuerte (del EP Todos Contra Todos), Las Ruinas, El Rey Ricardo, Revolución ("con infiltrados en las listas/en las radios y en las revistas"), Cuesta Abajo (original de Lorena Álvarez, de la que un servidor reconoció tras haberla escuchado en Hoy Empieza Todo de Radio 3 un par de meses atrás), Avanzan las Negociaciones (también del EP Todos Contra Todos), la mítica de Ilegales Europa ha Muerto (temazo) y Ánimo Valiente (que abre el disco), que cerró la primera parte del concierto. Tras unos pocos minutos de descanso, volvieron al escenario para tocar Todos Contra Todos, uno de sus himnos más coreados y más bailados en la noche, con esa especie de marcha militar que acompasa todo el tema. 

El cierre lo hicieron con la misma canción que finaliza su álbum: Ser Brigada, que completó un enorme concierto al que sólo le pudimos poner un pero: su duración (poco más de una hora), pero que para muchos fue más que suficiente y totalmente, como diría Rosendo, agradecido.

Y ocurrió así. 
Llegaron nuevas ideas que no eran nuevas, sino recicladas. 
La gente moderna ya no era moderna, sino anticuada. 
"¿Para qué, para qué volver, para qué 
si aquí hay mucho más de lo que siempre que quisimos tener?"



domingo, 12 de octubre de 2014

MORRISSEY

Morrissey
09/10/2014
Baclayscard Center (Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid)
Madrid

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Morrissey (aleatorio itunes), The Smiths (Meat is Murder), Jhonny Marr (Playland), Arcade Fire (Neon Bible).

El 9 de octubre era jueves en Madrid. Era un día laborable, y si bien el verano se peleaba con el otoño para ver quien seguía mandando y cuando se iba a producir el relevo, la noche prometía en medio de una intermitente lluvia, una buenas dosis de los últimos coletazos musicales veraniegos.

Morrissey era, en mi agenda anual, el concierto estrella de este 2014, por ser uno de los artistas de mi discografía y melomanía particular al que aún no me había enfrentado en directo. Llegué tarde a los Smiths, aún cuando los tuve delante de mí en el colegio cuando era niño y en casa con mis hermanos mayores, pero llegué, que es lo importante. Y cuando ya en la treintena decidía meterme en el mundo de la banda de Manchester, pululando entre uno y otro álbum sin seguir un orden cronológico de sus cuatro trabajos "oficiales" de estudio (innumerables son las rarezas y demás contenido de coleccionista), no me daba cuenta que se estaba forjando en mi interior, no sé si decir una "lealtad", un "reconocimiento", un "yo quiero ser como él" sobre la figura de Steven Patrick Morrissey.

A la par que entraba en The Smiths, entraba en Morrissey, y fui testigo de parte del desarrollo de su ya legendaria fama de artista exigente, soberbio, encarado y, para algunos, algo "gilipollas" (perdonad por la expresión). Pero ahí podía estar la clave de su éxito. Reconocer a un artista por su propia producción musical, pero también por sus opiniones encontradas y fuerte carácter.



El concierto al que mi media estrella (que no naranja) y yo acudimos esa noche de octubre nos iba a dar un "zas en toda la cara", con esa forma de pensar de Morrissey, nada más cruzar la puerta del Palacio de los Deportes de Madrid. Nuestros bocadillos (sí, lo siento, solemos llevar algo de comer a los conciertos; somos padres de familia numerosa y el ahorro está en todos los sitios...) fueron interceptados y prohibido el acceso con ellos al espectáculo. Sí, eran de jamón. Pecado para Morrissey, reconocido y universal vegano. Y su orden era que nadie podía acceder con comida, por riesgo de intoxicación espiritual, digo yo.

Pero bueno, aceptado el requisito (somos esclavos de nuestros líderes), entramos sin el avituallamiento respectivo a la espera de no desfallecer en medio de la actuación.

Y lo que nos encontramos, nos gustó. Los organizadores, no sabemos si por el volumen de entradas vendidas o porque el aforo era el que era a petición del artista, cerró media pista del Palacio, anulando las gradas y la otra mitad del recinto, rodearon todo de un "pared" de cortinas negras que venían desde el techo, y se propició la sensación de estar en una sala de tamaño medio, con un ambiente totalmente diferente al que uno se imaginaba iba a tener.

Y antes de empezar el concierto, dos pequeñas pantallas, en un escenario algo austero, iban proyectando surrealistas imágenes y videos de las que uno pudo reconocer a los New York Dolls, The Ramones y poco más, la verdad (siento mi ignorancia en este campo), pero que daban a todo un aura de cierto desconcierto y la sospecha de no saber lo que iba a acontecer durante la velada.

Y a las 21:30, puntual, salió a escena el ex Smiths, Morrissey. Vestido como suele estarlos en estas ocasiones (camisa de color llamativo y pantalones oscuros), y acompañado por cinco músicos que iban enfundados en camisetas deportivas con la leyenda "Mad en Madrid", haciendo referencia al tema The Bullfighter Dies de su último disco, World Peace Is None of Your Business, cuya presentación nos traía a Madrid.

Y el arranque no pudo ser más prometedor: The Queen Is Dead, tema fetiche de los Smiths, y todo ello con la proyección en las pantallas de una imagen de la Reina Isabel de Inglaterra sacando el "dedo palabrota" (como dicen mis hijos).


Pero el grueso del concierto se basaría, principalmente en la representación del repertorio de su último disco, con efusivas declaraciones antes y después de cada canción. Nos quedamos con ese "The Shame of Spain" (la vergüenza de España) cuando sonaban los acordes de The Bullfighter Dies y sus respectivas imágenes en las pantallas, que no necesitan definición...

El grueso del concierto fue para el World Peace Is None of Your Business, del que sonaron hasta siete temas (The Bullfighter Dies, Kiss Me a Lot, Istanbul, etc.) pero por ahí también pasaron tantos otros de sus anteriores álbumes, como fue el caso de Disappointed (Bonna Drag), You Have Killed Me (Ringleader of The Tormentors), I’m Throwing My Arms Around Paris (Years of Refusal) o el celebérrimo Everyday Is Like Sunday (Viva Hate) en la que se proyectó una imagen de Bruce Lee, haciendo el signo de la victoria (¿la suya o la del propio Morrissey?)

Pero también cayeron, como no podía ser de otra forma, algunos de los temas de los Smiths, como la ya mencionada The Queen is Dead, Meat is Murder (sin comentarios el video que "nos regaló" a los asistentes con continuas imágenes de maltrato a los animales) y las dos canciones con las que cerró el concierto Asleep y How Soon Is Now? 

¿Y cuál fue mi valoración? Bueno, finalmente no fue el concierto de mi vida, pero sí disfrute como un enano. ¿Qué Morrissey podría haberlo echo mejor? Pues sí, sin dudarlo. Pero es que el fan de Morrissey tiene que ser permisivo y dejarse bajar los pantalones cuando se hable de él. Porque Morrissey es el vegano de oro. Y que sus camisas no te dejen sin ver al artista...

Sing to me 
Sing to me 
I don't want to wake up 
On my own anymore 
(Asleep, The Boy With the Thorn in His Side)




martes, 30 de septiembre de 2014

ANGEL OLSEN

Angel Olsen
29/09/2014
Sala Charada
Madrid

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Angel Olsen (Burn Your Fire For No Witness y Spotify), Elastica (Elastica)

Lía, una vez más, y esta vez desde la lejanía, me informaba que en Madrid, en pocas fechas, iba a actuar Angel Olsen, a cuyo concierto me recomendaba ir. El nombre no me sonaba. Miré en Sopotify y trasteando entre las canciones de esta artista, reconocí una que a principios de año estuvo sonando en el Hoy Empieza Todo de Radio 3 (lunes a viernes de 7 a 9). La canción era Forgiven/Forgotten, y buscando aún más, ya en youtube, esta chica, esa mirada, ese flequillo, esa forma de cantar, empezó a hacerme cosquillas.

Enseguida me hice con el disco que pensé, presentaba en la gira. Su última grabación, de este mismo 2014, titulada Burn Your Fire For No Witness, me impactó tras dos escuchas. Poco más me hizo falta. Y las imágenes que encontraba por la red empezaron a hipnotizarme.

Así que me hice con mi entrada. Un lunes de catarro era la fecha elegida. Y la sala Charada, de nuevo, el punto de encuentro.



Llegué justo de hora, y tuve la suerte de ver terminar su actuación a los que hacía de teloneros de Angel Olsen. Poco que decir. Chico y chica, con guitarras acústicas. Sentados. Voces bajas. Profundas. No, no quería que nadie me dijera que ya era hora de dormir. Acaban, y se van. Cálido Home se llamaban. Y se llaman

Y sobre las 21:30, del público congregado frente al escenario, emergen cuatro jóvenes: dos chicos y dos chicas. Paridad, como dicen en España. Y cada uno toma su puesto, coge su instrumento y empiezan a tocar. Y es Angel Olsen la que llena el escenario. Con un jersey a rayas y un ajustado pantalón vaquero (no por favor, denim no), y asida a una clásica guitarra eléctrica, con un simpático saludo y avisando que no estaba para mucho por el resfriado que traía consigo, empezó su concierto con Drunk and with Dreams (I do not mind / and if you should touch me know / that I made that I’m made of fire), de su EP de 2011 Strange Cacti. 


La batería iba marcando unos ritmos suaves que indicaban el tempo que presidiría toda la actuación. Un repertorio intimista, que repasó toda su carrera (desde 2011) y que estuvo completado por temas como Free (Half way home), Lights Out (Burn Your Fire For No Witness), I'm a Stranger Here (de los mejores temas que interpretó, original de Riche Havens) o Tiniest Seed (Half way home). 

Cerró el concierto ella sola sobre el escenario, con un tema de su último álbum Iota, en la que nos cantaba:

We close our doors and then we go to bed
We never had to do it all again
There wouldn't be one thing to fight about
And time would turn our bodies inside out
And time would turn our bodies inside out

Era hora de irse. De cerrar las puertas y marcharnos a la cama. Pero con ganas de volverlo a hacer, o de estar delante de ella. La última musa de mi amplia lista de estrellas.

domingo, 28 de septiembre de 2014

ROSENDO

Rosendo
17/09/2014
Plaza de Toros de Las Ventas
Madrid

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Leño (Itunes personal), Fito y los Fitipaldis (Lo más lejos a tu lado), Rosendo (Itunes personal)

Siempre que voy a Las Ventas pienso lo qué opinarán los extranjeros cuando presencian, no sólo un concierto, sino cualquier otro tipo de espectáculo (no incluyo las corridas) en una plaza de toros. Siendo español y madrileño, con la afición taurina presente en mis progenitores (aún recuerdo a mi madre, cuando era niño, delante del televisor, disfrutando de la Feria de San Isidro), y reconociendo, como uno de los momentos más impactantes de la reciente historia de España, la conversación entre Paquirri y el médico que le estaba interviniendo, tras la cornada que acabaría finalmente con su vida, no acabo por comprender y aceptar esta fiesta, salvo (ya lo sé, que me contradigo) los encierros de San Fermín, y de ahí que siempre, cuando acudo a este tipo de recintos (baloncesto, música, circo, etc.) no deje de asombrarme y sorprenderme.

Pero esta noche, sin vergüenza torera, al contrario del artista que hoy tocaba disfrutar, y muy bien acompañado por los ya fieles señores de Sastre (con el añadido del hermanísimo) y sus acólitos del Barrio de El Pilar, nos plantamos de nuevo antes Rosendo Mercado, grande entre los grandes, tras su actuación de diciembre del pasado 2013, de la que también fuimos presentes los mismos especímenes metaleros.



Bueno, hoy tocaba fiesta y celebrar una carrera como solista (60 años tiene ya el mozo), tras la, sin comentarios, brutal participación en Leño. Era el momento de Rosendo y de sus amigos (a quienes había que sumar a Rafa al bajo y a Mariano a la batería, siempre fieles), y aún con esto, no pudo por más, obligado como estaba, de recordarnos que había dos almas que ya no estaban en la arena de la plaza, sino que ya revoloteaban sobre nuestras cabezas: Chiqui Mariscal y Tony Urbano, ex componentes de Leño, el último de ellos fallecido hacía pocas semanas.



Y salvo el tema final (Maneras de Vivir), el repertorio íntegro se dedicó a la trayectoria en solitario del del Carabanchel. Mi hermano Sastre comentaba que las notas de guitarra que dedicó a los ausente de Leño eran de La Fina, y ahí nos quedó esa duda.

Bueno, sobre la actuación, destacar sobre todo el ambiente y el lleno total que presentaban las Ventas. Las entradas estaban agotadas hacía semanas, y a ellas había que sumar las más de dos mil invitaciones que se habían repartido (por ahí andaban los Lebreles, amigos de un servidor, también con Warner, que contaban con sus pases Vip).

La lista de canciones, la señalada, la de su camino sin Leño, y contando, y esto era lo señalado, con la colaboración de varios amigos (se estaba gestando la grabación de un CD y de un DVD), entre ellos el líder de Marea (Muela la Muela), Luz Casal, que fue lo mejor de la noche (Entre las Cejas), el Drogas (Vergüenza Torera), Fito (Flojos de pantalón) y Miguel Ríos (Agradecido), además de la colaboración de su hijo Rodrigo, tanto en su actuación como telonero, como en su participación en A Remar.

Todo era fiesta, celebración y buen rollo. Y el final, de altura, con todos los invitados en el escenario, agradeciendo al personal su presencia y apoyo, su lealtad y compromiso con el rock patrio.

Te tengo tantas cosas que decir
y tu como si no fuera contigo
la historia se repite y aún así
prometo estarte agradecido...

lunes, 15 de septiembre de 2014

DCODE

Dcode Festival
13/09/2014
Universidad Complutense de Madrid
Instalación Deportiva Cantarranas
Madrid

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Angel Olsen (Burn your Fire For No Witness), Royal Blood (Royal Blood), Beck (Itunes personal), Anna Calvi (Anna Calvi).

En ocasiones alguien te regala una entrada para un concierto. Y en otras, te regalan dos. Dos somos Raquel y yo, y yo, amante de la música como soy, me dejo llevar, normalmente en moto, allá donde tengo una entrada para un concierto, o en este caso, cuando tengo dos.

La Universidad Complutense de Madrid fue la Universidad donde estudié. Lo hice en el Campus de CC Políticas de Somosaguas, en la periferia rica de Madrid, en el municipio de Pozuelo. Nosotros íbamos a Cantarranas, el espacio deportivo situado detrás de Periodismo (ahora CC de la Información), muy esporádicamente, sobre todo a hacer botellón. Nuestro Campus estaba unido sentimentalmente a Húmera, que era donde nos dejábamos los cuartos y alguna que otra neurona. 

Y a Cantarranas volvimos, ya más más mayores, con canas, dolores de espalda y piernas cansadas, al Festival por excelencia de Madrid en los últimos años: el Dcode, el festival que ha venido a sustituir lo que vino a ser en su época dorada el FestiMad (coincidencia fue que en ambos actuara Beck).

Mi plan de trabajo era claro: Anna Calvi, Bombay Bicycle Club, Russian Red, Beck (por supuesto) y, sobre todos los anteriores, Royal Blood.



Pasaban pocos minutos de las 18:30 del 13 de septiembre de 2014 y entrábamos en Cantarranas, frescos, bajo una tarde en la ciudad que ya empezaba a decirle adiós al verano y bienvenido al otoño. Aún en manga corta, con una ligera brisa, habíamos pasado varios controles de policía para acceder (sí, policía, nada de seguridad privada), y tras el último acceso nos presentábamos ante la apacible pradera (a diario funciona como instalación deportiva) complutense. 

Nos dio tiempo a ver empezar la actuación de Anna Calvi, la británica, de pelo engominado y perfectamente vestida, la que para muchos es la heredera de Patti Smith. Actuaba en el escenario principal, bajo un sol de justicia (esto no debería ocurrir) y presentaba su último trabajo (One Breath), que alternó con los éxitos que la encumbraron en la escena pop y rock con su primer álbum (Anna Calvi). Su actuación correcta, metálica, en la que su guitarra presidió todos y cada uno de sus temas (Blackout, Desire, Piece by Piece).



Tras este arranque inicial, pasamos, cumpliendo los horarios, al escenario secundario que patrocinaba una conocida marca de cerveza (no sé por qué se suele decir esto, omitiendo información, y después sacar una imagen a todo color donde se observa claramente a qué cerveza nos estamos refiriendo; será porque uno es de Mahou), nos acomodamos delante de la actuación de Bombay Bicycle Club, la cada vez más famosa banda del Crouch End de Londres. a la que un servidor ya había visto hacía unos meses en Madrid. Me remitiré a aquella actuación, porque el contenido de la misma (y casi el tiempo) fue paralelo al del Dcode. Sí querré señalar que estuvieron enormes otra vez. Que fueron los que levantaron al personal, sonando otra vez temas como Luna, Overdone, Always Like This, Carry Me o Home by Now. Frente al anterior concierto, más íntimo y sosegado, los ingleses nos activaron las piernas y la cintura para empezar a provocar nuestros movimientos.

Tras dejar atrás el espacio de la conocida marca de cerveza, y ya plenamente conectados al Festival, nos dirigimos hacia donde mi mente, mi corazón, mis orejas, llevaban tiempo querer ir: Royal Blood. En el escenario más pequeño de Cantarranas iba a actuar la banda de rock del momento. El dúo británico (sí, llevamos tres de tres) de reciente aparición (2013) con un único álbum, enorme, grandioso (gracias Ródenas por darlo a conocer) publicado a finales de agosto de este mismo año. El escenario que tocaba era el más pequeño de los existentes. Justo al fondo a la derecha (como los WC en los bares), pegado a la carretera de La Coruña. Denostados, diría yo, cuando por su perfil, proyección y sonido deberían haber actuado en el escenario principal, más tarde y en horario de estrella de cartel. Pero bueno. Allí nos juntamos los que no queríamos ver el fútbol (a pocos metros la organización había tenido la genial idea - para matarlos - de instalar una pantalla gigante para ver el derbi madrileño entre el Atleti y el R. Madrid), y los que queríamos disfrutar de una buena dosis de rock actual, rejuvenecido y grandioso. Y en plena caída de la tarde, ya empezando a anochecer, hace su aparición Roya Blood. Su actuación perfecta, con algún fallo de sonido totalmente relacionado con el espacio donde tocaban (pequeño, reducido, con medios mínimos), pero intenso, desgranando perfectamente el sonido de su álbum, su sonido, con los dos emulando a los míticos Jack y Meg White. Sonaron sus temas que ya empiezan a ser clásicos: Little Monster, Come On Over, Figure It Out (qué buen video tiene esta canción). Lo malo, la duración: poco más de cuarenta minutos que supieron a poco, pero que, por supuesto, satisficieron (solo necesitaban una canción) mis necesidades y adicciones.

A la madrileña Russian Red decidieron asignarla el escenario principal y a la misma hora que Royal Blood. Error. Hace unos años era fiel enemigo de Lourdes Hernández, irreconciliable (aunque nunca concilié con ella) con su música y su todo. Pero gracias Perdóname si no vuelvo a casa esta noche (sábados a la 8 en Radio 3) me enganche, primero poco a poco, después irreconciliablemente, a su Agent Cooper, reconociendo que es de lo mejor que se ha hecho en los últimos años en la escena patria indie. Este álbum, producido en L.A. por el mítico Joe Chiccarelli (productor y colaborador de artistas de la talla de The White Stripes, The Strokes, Morrisey, U2, The Shins, Brian Wilson o Beck) suena muy bien e incluye temas de muy alta calidad. Llegamos a la parte final de su actuación, pero pudimos disfrutar con temas como Michael o John Michael.

Y tras una parada para comer algo, escuchando de fondo a Jake Bugg, cogimos fuerzas para la estrella del cartel: Beck, al que un servidor acudía a verle por tercera vez (aún retengo entre mis mejores conciertos su actuación en Donosti, en un Velódromo de Anoeta a media entrada, en julio de 2001). Como era de esperar, en masa se dirigió el personal a ver su actuación (quiero señalar que esta edición de Dcode tuvo muy poca asistencia, sobre todo comparada con ediciones anteriores). Y, salvo un parón en el que bajó las constantes vitales del público, nos hizo bailar como siempre nos hace bailar. Temas clásicos como Loser, Guero, Devil's Haircut, Where It's At (contando con la participación del público), se juntaron con alguno de su último disco, mucho más relajado que los anteriores (esa cara de niño ya quiere hacerse adulta). Una hora y media que dio para mucho y que, por expectativas mediáticas, fue la actuación del Dcode.

Había más, pero nosotros terminamos con Vetusta Morla, tal vez la banda española del momento, llenando salas y colgando el cartel de No hay Billetes allí donde actúa. No me gustó el sonido con el que Pucho y los suyos tuvieron que lidiar. En su concierto se juntaron todos los festivaleros, a pleno rendimiento. Ya estaban allí los futboleros, los que habían cenado, los que habían bailado a Beck, los que iban seguir bailando para la fase disco de final del festival, y sobre todo, los que venían como van a un bar de copas: a charlar. Todo ello se juntó para sufrir su actuación, sin, por supuesto, quitar mérito a los de Tres Cantos. Una actuación muy trabajada (llevan meses en la carretera), con un elenco que ya se conoce muy bien el repertorio (presidido por su último álbum, La Deriva, y por el aclamado y premiado Un día en el Mundo). Temas como Copenhague, La Deriva, Golpe Maestro, Sálvese quien pueda (qué bien sonó, pese a los elementos) hicieron las delicias de sus seguidores y contentaron a los allí presentes.

Mediando la una de la mañana, ya cansados físicamente (más de siete horas de festival son sólo ámbito de veinteañeros), con los deberes ya hechos, y sintiendo no poder tener más fuerzas para disfrutar de Wild Beast o Churches, nos dirigimos hacia la salida. Sólo unos pocos abandonábamos el festival, dejando atrás sonidos de la última chispa de este verano, caminando, como era nuestro caso, hacia un otoño de Rosendo, Future Island, Angel Olsen y, sobre todo, Morrissey.





jueves, 28 de agosto de 2014

FIESTAS SS DE LOS REYES 2014

Reincidentes/El Drogas/Gatillazo/Barón Rojo/Sublevados
27/08/2014
Auditorio de La Marina
San Sebastián de los Reyes
Madrid

El martes 26 de agosto, en una sofocante tarde de calor, mi gran amigo Javier me llama a casa para comentarme: "Conciertazo. Fiestas de San Sebastián de los Reyes: Gatillazo, Barricada (El Drogas) y Reincidentes. No podemos faltar". Así, "sin aceite". En una sofocante tarde de calor. Dos horas más tarde, ambos estábamos comprando las entradas en la citada localidad del norte de Madrid. Asunto cerrado. Como buenos padres que ya hemos superado los cuarenta, damos vital importancia a la logística: traslado  al lugar de la actuación (metro), vuelta al barrio (taxi) y consecuencias ante el día siguiente de curro que nos espera. Todo listo. En una sofocante tarde de calor.


En el Metro nos esperaba Juanfran, que junto con Miguel Ángel cerrábamos el grupo de los adheridos a esta noche de "vil metal patrio". Bajo el lema "Los Viejos Rockeros nunca mueren" nos dirigimos al citado municipio, en la víspera de su día grande, encontrándonos con las calles abarrotadas de gente y la típicas carpas de feria instaladas en la gran avenida que sale desde la Plaza de Toros. Una parada para una hamburguesa y varios minis de cerveza, y para el concierto.

Lamentablemente entramos algo tarde al auditorio (por cierto, sonido excelente). Por un cambio de última hora de la organización (sin avisar) el concierto empezó una hora y media antes. Ya habían actuado Sublevados (grupo local) y Gatillazo (liderado por Evaristo, ex La Polla Records), así que nos teníamos que contentar con los tres grupos que quedaban.


A las 22:30 salía al escenario El Drogas, ex líder de Barricada y Txarrena, grupos de épico seguimiento social desde hacía más de dos décadas. El Drogas aparece con traje rojo, bastón y pañuelo en la cabeza. Todo un artista, la verdad. En su actuación, desengrana temas de su último disco (yo ya lo tenía oído en sus apariciones en Radio 3 hacía unos meses), junto con temas de sus anteriores bandas. Por supuesto, son los temas de Barricada lo que más encienden al personal: Balas Blancas, No hay Tregua, Todos Mirando o Blanco y Negro, los cuales, por supuesto, nos levantan también a nosotros a dar botes como enloquecidos.

Para el recuerdo nos queda su letra "Las leyes son como las mujeres; están para violarlas", letra que, si bien inicialmente sería pasto de las llamas por la sociedad civil, se circunscribe en un contexto de crítica política a nuestras dirigentes corruptas y corruptibles.

Tras poco más de una hora, tocaba la actuación de Los Reincidentes, grupo al que no había seguido nunca, pero del que sí conocía algún que otro tema, pero eso sí, con carácter remoto: algún bar, verbena o emisora de radio. Poco tengo que decir sobre su actuación salvo que me gustó bastante. Aún sin conocer sus temas, la calidad imperaba en todos ellos.

Y rallando las dos de la mañana, el festival cierra con Barón Rojo, un mito entre los mitos. Grupo madrileño emanado en su día de Coz, de afamada existencia y gran éxito, sobre todo en la primera mitad de los ochenta, con éxitos tales como Los Rockeros van al Infierno o Hijos de Caín. Chalecos vaqueros, pantalones de pitillo y zapatillas yumas de caña alta flotaban en el ambiente.

Pero no, era puro espejismo. Es mi primera crítica "destructiva", pero, sin ofender a nadie, y menos a la historia de este grupo, no puedo negar lo que fue evidente: el avión del Barón Rojo ha sido derribado, destruido y pasto de las llamas. Con su vocalista ya en las últimas, muy lejos de su mejor momento, desarrollaron una actuación bastante vergonzosa. El público abandonaba el auditorio, entre risas y carcajadas, dejando a su espalda esta última actuación que nunca tuvo que llevarse a cabo. Nosotros no íbamos a ser menos.

Media hora más tarde de tan bochornoso final, sentados en un taxi que en poco tiempo se presentó ante nosotros, entre risas y recuerdos de esta noche, encaminamos nuestra última recta camino a casa. Ya en el barrio, entre lágrimas, pasos torpes y miradas perdidas, alguien se atrevió a cantar "El Heavy no es violencia", mientras su figura se disipaba entre las líneas del asfalto de la una de las grandes avenidas ya silenciadas por la noche.

Een casa, curioso, busqué en internet "El Heavy no es violencia". Me encuentro con que este fue el título de un Festival celebrado en Barcelona, allá por 1987, con la participación de las grandes figuras de este estilo musical: Barón Rojo, Ñu, Tigres, Santa, Zero, Panzer, Zeus, Ángeles del Infierno, Bella Bestia, King Kong, Amaro y algunos miembros de Obús. Tuvo que ser enorme.

Por cierto, "El Heavy no es violencia" tiene una historia curiosa: fue escrita por Pedro Bruque (Tigres) en el contexto de caza de brujas (sobre el heavy) que se dio después de los incidentes (un fallecido por arma blanca) tras la actuación de Scorpions en el campo del Rayo Vallecano, en 1986. Con el fin de no teñir con esa etiqueta al Heavy, Bruque propició tanto la canción como el festival posterior de mismo nombre.

Los falsos heavies, los infiltrados
ya no podrán hacer más daño.
En cualquier parte, en cualquier ciudad,
la semilla del Heavy crece sin parar.

Pues eso: Larga vida al Rock And Roll.

martes, 15 de julio de 2014

ONE DIRECTION

One Direction
10/07/2014
Estadio Vicente Calderón
Madrid

Qué escucho mientras escribo esta entrada: cualquier cosa que no sean los One Direction.

Fraude. No podía empezar esta entrada sin citar, con un único término, lo que significó, a nivel general, el concierto que estos cinco chicos británicos e irlandeses y de origen londinense, dieron en el templo atlético en el mes de julio de 2014.

No voy a entrar en detalles de la banda. Todos sabemos (y sin querer saberlo) que son una boy band, lo que en nuestros tiempos eran los New Kids on the Block o los Backstreet Boys, sin olvidar a, nivel patrio, a Parchís, el Consorcio o los Chichos (¿por qué no?).

Nacen de la versión de The X Factor británica, y aprovechando el tirón que podían tener (y tienen) entre la adolescencia. Curioso (por usar este término) fue que los cinco fueron descartados en las categorías individuales, y que se decidiera juntarles para conformar un grupo de este calado (me imagino a mí y a cuatro de mis amigos, sin aptitudes musicales individuales, montando una banda: es decir, peor imposible). Pero bueno, ya sabemos las sorpresas que ha dado esta industria...




Entradas agotadas desde hacía meses hacían presagiar que la noche iba a ser larga, pero un único motivo me había llevado hasta allí: la entrada al concierto era el regalo de reyes de mi hija de 8 años. Siete meses de espera, eternamente febril.

El conjunto de asistentes conformado por hijas y madres/padres. Algún chaval perdido y espero creer que ningún adulto sólo. Un fuerte calor de final de tarde de julio, pero una mochila que portaba varias botellas de agua.


El concierto empezó con el ídolo patrio Abraham Mateo, que por suerte, debido al inicio en hora de su actuación, llegamos tarde a ver, aunque mi hija no sufrió por ello: Mateo no está en su lista. Tampoco en la mía.

Poco más de media hora después, estando ya nosotros asentados y ¿acomodados?, con visitas intermitentes a la zona de sombra por mi parte, se inició una continua proyección de videos musicales en las pantallas gigantes (y nítidas) que se encontraban a ambos lados del escenario. Y he ahí lo que yo llamo la lavadora centrifugadora: cabía de todo. Nos ¿animaron? con “Los del Río” y una ¡nueva! versión del Macarena (los técnicos de luz subidos a las grúas hacían de profesores de baile para los graderíos); Single Ladyes de Beyoncé, I'll Be There For You de The Rembrants (sí, el tema de la serie de TV Friends) o Bruno Mars y su contagioso Locked Out of Heaven, entre otros (por desgracia…).

Y entre video y canción, los segundos teloneros de la tarde/noche: 5 Seconds of Summer, sus guitarreras melodías (estos sí saben tocar los instrumentos, no como los otros) y su She Looks So Perfect, tema estrella con el que mi hija ya me había “deleitado” en casa más de lo que uno desearía. Pero estos chicos, aunque tampoco estén en mi lista, dan la impresión que algo se lo curran, y que apuestos y atractivos para la chavalada son, por supuesto, pero, insisto, con el añadido de que se ve que son músicos con ¿talento? Puede que sí. (Investigando en internet me encuentro dos versiones que su vocalista, Luke Hemmings, antes de su estrellato, siendo un chaval preadolescente, hace de dos temas -muchos más cuelga con su banda en esta fase- de Mike Posner y Bruno Mars, que son más que aceptables).

Es decir, lo mejor de la velada ya había pasado y ahora era el turno de One Direction. Mi sobrina de 12 años, que nos acompañaba, se sabía de principio a fin cada una de las letras, y su ayuda me sirvió para enumerar cada una de las canciones del quinteto: Midnight Memories, Rock me, Strong, etc., etc., etc. Y como decía Forrest Gump: “Y eso es todo lo que tengo para decir sobre eso”. Para mí, no hubo más que un grupo de chicos, mal coordinados, sin mérito artístico, que se personan como divinidades ante sus fans. Que poco contenido tienen, pero que el envoltorio es de oro y de ahí que brillen como lo hacen.

Bueno, sólo una cosa: en un momento del concierto, interpretaron varias versiones de grupos como Coldplay o Black Eyed Peas, de las que tengo dudas que los menores de 12 años conocieran. Pero durante dos o tres segundos, el bajista de la banda que llevaba One Direction, tocó los acordes del tema "The Chain" de los Fleetwood Mac (de ese enorme de álbum que es Rumours), que dan inicio al último tramo de la canción. Esa joyita fue lo que me dejó la actuación.

Por cierto, las entradas rondando los 70 euros.

Y me despido aludiendo a una letra, no de los One Direction, sino de una mítica banda que reflejó acertadamente lo que viví esa tarde de julio: The Smiths y su “Bigmouth strikes again”:

And now I know how Joan of Arc felt
now I know how Joan of Arc felt
as the flames rose to her Roman nose
and her Walkman started to melt

(Y ahora sé cómo se sintió Juana de Arco
Ahora sé cómo se sintió Juana de Arco
cómo las llamas ascendían hacia su nariz romana
y su walkman se empezaba a derretir)

Salud.



jueves, 10 de julio de 2014

THE LUMINEERS

The Lumineers
Madrid
Sala La Riviera
09/07/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: The Lumineers (The Lumineers), Morrissey (World Peace Is None of Your Business)

Una noche, a finales de junio, me decidí finalmente a acudir a ver a The Lumineers en Madrid. Llevaba tiempo barajando la posibilidad de ir a este concierto desde que saltó la noticia de que iban a venir a tocar. Las entradas llevaban meses a la venta. Y, raro en mí, esperé al último momento para decidirme.

No había razón aparente o excusa que semanas antes me dijera: "compra las entradas, ve a verlos, aprovecha esta oportunidad". Nadie me animó a ir, ni nadie me aconsejo hacerlo. Simplemente, y creo que por ahí había una respuesta, esa noche decidí escuchar su único disco hasta la fecha: The Lumineers.

También es cierto, que lo hice (escuchar su disco) en un contexto diferente. No estaba en Madrid. Ni siquiera en España. Pasaba unos días con Raquel y los niños en el sur de Portugal, en la zona del Algarve, en un pequeño pueblo muy cerca de la costa, llamado Almancil. Nos alojábamos en un establecimiento hotelero conformado por diferentes villas que completaban todo el complejo. Dos piscinas, de azulada iluminación nocturna, lo repartían en dos mitades: una más callada y tranquila, apta para parejas de mediana edad sin niños, otra más "colorida", donde éramos varias las familias (todas europeas) las que allí descansábamos. Y ambas zonas, algo curioso, estaban comunicadas por un pasillo-biblioteca, que, recordando la mítica biblioteca de Alejandría, recogía volúmenes de varios idiomas.



Junto a nosotros se encontraban dos familias amigas, holandesas, con varios niños de corta edad. Era normal verles a media tarde, dando la cena a sus hijos, y descansando después rodeados de copas de vino y botellas de cerveza. Nuestras terrazas, a pie de calle, frente a la piscina, estaban juntas.

Aquélla noche, poco antes de dedicarme a la citada escucha, mientras cenábamos (los españoles, y más en vacaciones, somos de cenar muy tarde) fuimos alertados por la carrera, veloz, de uno de los holandeses. El padre de una de las familias pasó corriendo delante nuestro hacia la zona trasera de las Villas. Lo primero que pensamos era que alguno de los niños se había escapado, y que el padre, como es lógico, estaba buscándole por el recinto. Pero no. Volvió y esta vez lo hizo con un móvil en la mano. Haciendo uso de él, se dirigió a su receptor en inglés, perfectamente audible desde donde nos encontrábamos: "Hi, are there a fire in front of us. Please, come back here", dijo en un fuerte acento. Efectivamente, a no menos de cien o doscientos metros de nosotros, y perfectamente visible desde donde nos encontrábamos, en una zona de monte cercana a las villas, se estaba desatando un incendio, a la vista, aún pequeño. El holandés dio datos de ubicación: calle, restaurante cercano, etc. Mis hijos, como el resto de adultos, estaban alertados, unos asombrados y expectantes, otros asustados, fueron testigos de su primer incendio cercano. Quietos, esperamos impacientes qué hacer, pero finalmente, el fuego no fue a más y en corto espacio de tiempo fue finalmente extinguido.



Cuento esta historia porque la vida está llena de coincidencias, anécdotas para algunos, pero creo que señales del destino (si así se puede señalar), para otros. Yo no me decanto por unos ni por otros. Lo que ocurre, ocurre, y las explicaciones tiene que buscárselas cada uno como estime oportuno. Pero esa noche, mientras escuchaba el disco, había una luz, una "luminaria" mirando hacia nosotros, que tocó en mi hombro y me dijo: "ya".

Tengo que decir que el único disco de este inicial trío de Denver (hoy quinteto), que aún rondan la treintena, es un álbum que te marca al instante. Y que te ilumina. Once canciones que traían a Madrid esta noche de julio y que, bien acompañado como estaba (amigo Fer) se presentaban en una noche que aún no traía el calor típico a estas alturas, en la ribera (Riviera) del Manzanares.

Curioso era ver la parte exterior de la sala. No éramos muchos los allí congregados, y triste fue ver como un grupo de extranjeros se quedaban sin entrar (con su entrada en la mano) por no cumplir con la edad legal. Algunos de ellos hasta se acercaron a nosotros a regalarnos las entradas (que no eran baratas, por cierto).

Pero bueno. El concierto se desarrolló por los cauces previstos. La puesta en escena, presidida por tres grandes lámparas, sencilla, pero efectiva, dejaba plena libertad de movimientos a los integrantes de la banda: Wesley Schultz (voz y guitarra), Jeremiah Fraites (batería y banjo), Neyla Pekarek (violonchelo, voces y percusión), Stelth Ulvang (teclado) y Ben Wahamaki (bajo). Los cinco, que ya se dejan ver como quinteto en entrega de premios y entrevistas ante la prensa, aparecen totalmente conectados, y el sonido que generan, la calidad del mismo, la sinergia de todos ellos (algunos virtuosos multiinstrumentistas de academia), hicieron que un servidor tuviera que esforzarse en demasía para recordar la última vez que La Riviera "sonó tan bien".

El repertorio que trajeron daba poco lugar a dudas, ya que su único álbum, que fue interpretado casi al completo, incluye sólo 11 canciones (16 si nos vamos a la versión "deluxe"). Sonaron Submarines (que dio inició al concierto), I Ain't Nobody's Problem (de la versión deluxe), Flowers in your head (que abre el álbum), Ho Hey (su canción más conocida), Classy GirlsSubterranean Homesick Blues (versión de la canción  de Bob Dylan incluida en su célebre Bringing It All Back Home), Falling (nueva canción que presentaban en directo, a dúo entre Wesley y Neyla), Darlene (que tocaron en el centro de la sala, rodeados de público, totalmente unplugged), Stubborn Love, o Flapper Girl (con la que cerraron la primera parte del concierto). Tras un descanso de pocos minutos, volvieron al escenario e interpretaron cuatro últimas canciones, entre las que reconocí Morning Song (última del álbum), Gale Song (de la BSO de Los Juegos del Hambre: en Llamas, y Gun Song (de su EP de 2011 con el mismo nombre). Cerraron con Big Parade, con todo el público aplaudiendo y despidiendo a los americanos (ya con las luces de la sala encendidas y con música de DJ sonando).

Fue un buen concierto. Animado y con un buen rollo respirándose en todo el local. Gente muy joven y muchos de ellos extranjeros. Y fuera esperándonos a todos un viento atroz, inusual, como La Riviera sonando bien...





martes, 8 de julio de 2014

THE WAVE PICTURES

The Wave Pictures
Madrid
Sala Charada
7 julio 2014. 21:15 hs.

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Aristic Vice (Daniel Johnston), Stanley Brinks and The Wave Pictures (Gin), New York (Lou Reed)

Más de siete meses después me reencuentro con el trío británico (esta vez cuarteto, con el añadido del baterista neoyorkino David Beauchamp), en la misma ciudad y en la misma sala. Sólo que el frío gélido que nos acompañó aquella noche de noviembre había dejado paso a una perfecta tarde de julio en el centro capitalino.

Esta vez no iba solo, sino bien acompañado por Raquel (mi señora, a sus pies), Lía y Fernando, con la pena de ser este el último concierto (por ahora) en el que ambas parejas nos juntábamos. A los tocayos aún nos queda una fecha en Madrid (The Lumineers), pero con la esperanza de volver a vernos frente a algún escenario en su próxima parada londinense.



Pero bueno, vamos al concierto. Era ésta una actuación especial. En principio, dentro del Ciclo denominado We Used To Party, anunciaban un espectáculo centrado únicamente en la representación en directo del álbum Artistic Vice del estadounidense Daniel Johnston. Un disco, del prolífico cantautor, que cuenta ya con más de 20 años de existencia. Pues bien. Esa era la idea y esa era la justificación de subirse de nuevo a un escenario. Como ya he señalado, acompañados por David Beauchamp, los tres de Wymeswold, David Tattersall, Franic Rozycki y Jonny Helm, arrancaron con puntualidad inglesa (al no coincidir ésta con la española, llegamos un poco tarde...). Y oh, sorpresa, lo hicieron con una intro de temas propios, antesala de lo que sería la interpretación de Artistic Vice. Reconocí temas como Never Go Home Again y Stay here and take care of the chickens (Long Black Cars), o Long Island (Sophie).



Una vez calentado motores, desgranaron, una a una (de las dieciséis que conforman el álbum) las canciones de Artistic Vice. Temas como My Life Is Starting Over (My Life is starting over again, over again / my friends say I’m back again / My life is starting over again / Over again),  Honey I Sure Miss You, I Feel So High, A Ghostly Story, etc. sonaron enormes. Una auténtica gozada fue el buen rollo de It's good to be good (You see me smile / And after a while / You'll smile too / You know it's got to be good) y el eléctrico sólo de guitarra que nos dejó David.

Finalizada la parte central del acto, y con un único bis, cerraron el concierto, al igual que lo empezaron, con tres canciones de repertorio propio como fueron Now you are pregnant (Jonny Helm Sings EP), y Red Cloud Road Part 2 (City Forgiveness), con la que se despidieron del respetable y respetuoso público asistente en la sala.

Quiero dejar caer, por último, que éramos pocos los allí presentes, y que un servidor, lo agradece. No estaba la amiga Eva Amaral, ni otros famosos de la noche madrileña, como en la última visita de los británicos, pero estaban dos grandes amigos, que se nos van (por ahora) y que esperamos ver pronto. Que las distancias, no están para alejarnos, sino para recorrerlas y encontrarnos. Que la amistad, siempre queda y siempre marca. Y que ha sido un placer compartir espacios vecinales, cervezas, ensaladas de pasta, salidas, colegios, libros, comics, risas, saludos, despedidas, enhorabuenas, casas y a Leo, Nora, Fer e Irene. Y, por supuesto, conciertos.

Y no quiero dedicarles el Never Go Home Again, ni ninguna canción de corte similar, sino todas aquéllas que nos reencuentren y nos recuerden a ambas familias, que lo somos, y que nos veamos pronto en algún garito, peninsular o londinense, disfrutando de bandas como ésta.

If you hold me like you planned too, never let me go.
What i want to know is when this pub closes.
January And December (Instant Coffee Baby)

jueves, 15 de mayo de 2014

NACHO VEGAS Y LEÓN BENAVENTE

Nacho Vegas y León Benavente
Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Prado del Rey. Casa de la Radio RNE
14/04/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Bumbury & Vegas (El Tiempo de las Cerezas), Nacho Vegas (El Manifiesto Desastre), Pecker (Protocolo), Angel Stanich (Camino Sucio), León Benavente (León Benavnete), Tachenko (Os reís porque sois jóvenes)

La semana de San Isidro es una semana especial en Madrid. Es la semana que Madrid recupera sus orígenes (y actualidad) rurales. Muchos ciudadanos se disfrazan de chulapos y manolas, y los barquillos, las limonadas, las gallinejas, las rosquillas, los entresijos y las verbenas invaden Madrid como si de una orgía se tratara, con atracones gástricos, espacios atestados, resacas y acidez estomacal como compañeros de este viaje de siete días.

                     

Pero no todos participamos en eso. Otros tenemos cometidos diferentes y cuando uno trabaja en el sector público, sabe que esa semana, al menos, está "autorizado" para salir antes de la oficina (pobres ciudadanos), en principio, para disfrutar de esos placeres que el Labrador nos habilita. Pero no siempre. En mi caso, elegí desplazarme a los estudios de RNE, en la Casa de la Radio de Pozuelo de Alarcón (donde  lo siento, pero no es festivo San Isidro), tras haber conseguido una invitación para la grabación de un concierto Entreacústico de Nacho Vegas y León Benavente que a media tarde iba a juntar a estos dos exponentes del rock patrio.


A Nacho Vegas le vengo siguiendo desde hace varios años. El primer contacto fue su doble álbum de 2006 de colaboración con Enrique Bumbury "El Tiempo de las Cerezas" en el que se repartían el repertorio a la vez que colaboraban entre ellos en sus propias canciones. El tema de aquel disco llamado "La Pena o la Nada", me parece de lo mejor, tanto en letra como en composición musical, del rock español de los último años:

Y te vi llorar
Un río a cada lado de tu rostro sin desmaquillar
Como la propia Kati Jurado
Con las nubes negras detrás  

Posteriormente me llegó "Manifiesto Desastre", (Dry Martini y sexo anal) de 2008, pero en su día, no me paré mucho en él, dejándolo de lado (no sé por qué). Sin embargo retomé mi relación con el asturiano varios años después, cuando llegó a mis manos (y a mis oídos) su siguiente (y quinto álbum de estudio) "La Zona Sucia" (2011), con el que definitivamente coloqué a Vegas en el apartado preferente de mi discoteca nacional.

En el día del concierto que nos ocupa, nos dedicó cuatro canciones, todas ellas de su último disco "Resituación", como Luz de Agosto en Gijón o el para mí gran tema del álbum La Vida Manca. Y mientras le veía tocar la guitarra, me vino a la mente el recientemente perdido Lou Reed. Me explico. Creo que Nacho Vegas tiene una cualidad a destacar: sabe componer muy buenas canciones sin artificio alguno y muchas de ellas basadas en la sencillez. Tal vez ahí le venga su valía y reconocimiento. Y le relaciono con el de Brooklyn en la forma de verle tocar la guitarra, cuando el líder de la Velvet señalaba: "Un acorde está bien. Dos acordes están empujando. Tres acordes y ya estás en el jazz". 

Pero lo noticia no era su actuación en Radio 3 (este mes de mayo tenemos varias actuaciones en Madrid de Nacho Vegas), sino que se presentará en el escenario con parte de los músicos de la banda León Benavente, alguno de cuyos miembros ya contaban con una colaboración extensa con el de Gijón (Boba y Luis), y que en la segunda parte de este directo se presentarían en su formación principal, con ex Tachenko Edu y ex Schwarz César.

Esa primera parte, como digo, se consagró al repertorio de Nacho Vegas y la segunda, con un breve parón para cambiar instrumentos y músicos, fue para León Benavente. ¿Y qué puedo decir de esta banda? Pues eso: muchas ganas de verles en un concierto de manera más amplia. Hacía tiempo que los venía escuchando en Radio 3, sobre todo en su programa matutino Hoy Empieza Todo, donde Ángel "Carmouna" lleva tiempo presentando el único disco, de homónimo nombre, publicado el pasado 2013.

Y de verdad. Me alucinaron. Un directo muy metálico en ocasiones, que te hacía difícil quedarte sentado desde los cubos en los que el público asistente (no más de 15 personas) estábamos sentados frente al escenario. Una gozada. A la dirección de Abraham Boba, teclista, guitarrista y vocalista, la banda desgarró tres temas de su último disco, de los que me engancharon Ánimo Valiente (temazo) y Ser Brigada (cómo sonó, Dios, cómo sonó!!!!), que me recordó a los recientemente vistos Pony Bravo. Un grupo del indie español esperando, quiero creer, a que su segundo álbum los catapulte a la pasarela del éxito. Y eso llegará. Tiempo al tiempo.

El final del concierto estuvo marcado por la salida al escenario de Nacho Vegas y la interpretación con León Benavente al completo, de Todos Contra Todos, que cerró el concierto al grito de emergencia social que señala la canción y la llamada a una reacción ante la situación que hoy día vivimos.

Pero bueno, tocaba disfrutar. Y desde aquí quiero destacar la profesionalidad de Ángel Carmona, que presentó el concierto-colaboración. Un tipo muy cercano, respondiendo al público de una manera que rozaba la amistad, y exteriorizando un "buen rollo" digno de mencionar.

Seguiremos atentos a la agenda de conciertos, a ver si me puedo escapar a otro.

Y retomé mi camino a casa, con los focos apagándose tras de mí, los operarios recogiendo cables y conectores, y los cámaras colgando en los trípodes los auriculares. 

Haré que el sol salga mañana desde aquí,
y por una vez seré la más bella ciudad,
y seré ballena en alta mar,
y seré la noche al descender.
Y por una vez seré una luz y una canción,
y seré la esfera de un reloj que no tiene agujas.

Reloj sin Manecillas (La Zona Sucia)

viernes, 25 de abril de 2014

KEZIAH JONES

Keziah Jones
Madrid
Sala But
24/04/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: André 3000 (The Love Below), Cody ChesnuTT (The Headphone Masterpiece), Keziah Jones (African Space Craft), The Jimi Hendrix Experience (Are You Experienced).


Me encanta la música negra. Me gusta el funky, el Rhythm and blues, el jazz, el blues, el soul, el reggae. No pierdo ni una nota de los programas especializados de Radio 3 en los que se nos presentan nuevos o consagrados artistas africanos. Y siempre he tenido debilidad por la felicidad (salvo excepciones, claro está) y la positividad que las gentes africanas dan a toda adversidad y problemáticas existentes en sus países.

Y qué demonios. Me gusta el buen rollo. Y tener delante a personas que vienen a darte buenas vibraciones. A sacarte una buena carcajada aunque el tema de conversación sea de lo más deprimente. A evadirte de la rutina diaria de una gran ciudad. Y además, de esta forma.


Esas fueron las premisas de asistir, una vez más, a mi segundo concierto de este artista, Keziah Jones, tras la gira que en noviembre de 1999 le trajo a Madrid a presentar Liquid Sunshine. Nacido en Nigeria, pero ciudadano del mundo que se ha movido por buena parte de Europa (UK, Francia) y de América, KJ se mueve por los sonidos del funk, del blues, del soul, con fuertes influencias de la música étnica yoruba nigeriana. En algunas entrevistas, el propio KJ hablaba que el término que mejor describe su estilo sería el "Blufunk" (de la unión de blues y funk), y realmente un servidor también le pondría esa etiqueta, oídos sus discos (el último no detalladamente) y habiendo acudido a dos de sus conciertos (por cierto, consultando mi colección de entradas, compruebo que el concierto al que acudí en 1999 se celebró en la Sala Caracol).


Pero trasladándonos ya al concierto de este 24 de abril, con la sala sin llenar, y acompañado de nuevo por mi tocayo Fer, gran y buena compañía donde las haya (quiero destacar que en unas de las canciones del concierto Fer reconoció los acordes de un tema de Black Sabath que en ella introducía KJ), la sala But nos acogía de nuevo esta temporada (tras Fanfarlo y Bombay Bycicle Club) para ver y escuchar al artista nigeriano.

Señalar que todo en su actuación fue puro espectáculo. Su carisma y vistosidad fueron la tónica del concierto (esas ray-ban rosas y esos sombreros), de un tipo que cambió varias veces de vestuario: dos camisetas que utilizó sobre el escenario eran de su propio merchandising, que alternó con un indescriptible complemento conformado por varias capas de hombreras, superpuestas, sobre un chaleco, todos ellos "tuneados" con vistosos colores y formas, y que como colofón cerró con la capa con la que se presentaba su álter ego y super héroe "Captain Rugge", emanado de su álbum de 2003 del mismo nombre. Todo un espectáculo, como ya he dicho.

Y qué decir de sus cualidades como músico. Sin palabras. Hasta seis guitarras utilizó en su actuación (rompiéndose una cuerda de una de ellas, y sonando igual, como si nada). Acompañado por el batería Nathan Allen y el bajista Otto Wiliams (qué marcha tenía éste último; con un bajo que parecía una extensión de su cuerpo, cómo se movía pese a tener un claro sobrepeso que no le impedía transmitir unas contagiosas vibraciones de buen rollo), desgarraba la guitarra (sin púa), como aporreándola sin contemplación, pero sacando unos sonidos altamente "funkeros" que sirvieron para mover al respetable y comprobar la virtuosidad del músico de Lagos.

De los temas que pude reconocer en su actuación, al igual que en el concierto de 1999, me quedo con mi álbum fetiche de KJ: African Space Craft. Tres de sus temas arrancaron el concierto: "Funk and Circumstance" (con la que empezó), "Dear Mr. Cooper" "Million Miles From Home" y a las que siguieron otras en las que repasó su ya dilatada carrera (su primer disco, Blufunk Is A Fact, data de 1992) como "Beautiful Emilie" de Captain Rugge o "Rhythm is love", además de dejar alguna perla como su versión "hendrixiana" del All Along the Watchtower de Bob Dylan, o dos temas presentados sin el apoyo del resto de su banda.

Terminó, tras un único bis, con la readaptación al español de la indescriptible "Pass the join" (Pass the porro, decía), que ya había tocado a mitad del concierto.

Pasadas las once de la noche, marchamos para casa. Fuera había estado lloviendo, y parecía que torrencialmente. Justo lo que duró el concierto. ¿Coincidencia? No lo creo...






viernes, 11 de abril de 2014

PONY BRAVO

Pony Bravo
Madrid
Sala Joy Eslava
10/04/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Hoy Empieza Todo (Radio3), Fanfarlo (The beginning and the end), Pony Bravo (De Palmas y Cacería)

Mi hermano, el escocés, venía unos días a España, desde Paisley, en la periferia de Glasgow, y era una buena ocasión para sacarle por Madrid, y visitar esos locales míticos que la ciudad aún guarda y que, aunque en su esplendor uno no era cliente asiduo, sí pasó alguna noche de más, saliendo en pleno amanecer, con la sonrisa puesta y los pies cansados.

La Joy Eslava es esa sala. Ubicada en pleno corazón de Madrid, en la hoy parcialmente peatonada calle del Arenal y donde desde el siglo XIX se situaba el antiguo Teatro Eslava. Desde finales de los años 70 es una de las discotecas más importantes de la capital.


Pero vamos al día del concierto. Destacar que era el primero "en manga corta" desde el pasado verano. Madrid rozaba los 25 grados esa noche y era ésta una temperatura idónea para disfrutar de un concierto. 

Llegamos pasadas las 21:00 y en la sala, aún vacía nos recibía una azafata de Coca-Cola que estaba promocionando su (malograda marca) mediante el regalo de camisetas y discos. En estas fechas la compañía de la chispa de la vida en España estaba en pleno estado de ceniza.

Entramos y nos encontramos con los teloneros: Persons, una banda madrileña que presentaba su segundo álbum: Ghettoblaster. Decir que la banda estuvo muy correcta, con un buen sonido en directo y buenas letras.


A las 21:35 hizo aparición la banda sevillana Pony Bravo. Conformada por los sevillanos Daniel Alonso, Pablo Peña, Darío del Moral y Javier Rivera (los tres últimos demostrando su polivalencia instrumental mediante el constante intercambio de instrumentos durante la actuación), llevan desde 2006 potenciando el rock andaluz con la obtención de diferentes premios y apareciendo en numerosas revistas musicales de más tirón en España. Y el pasado 2013 publicaron uno de los discos más aclamados por la crítica: De Palmas y Cacería, que presentaban en la gira que este día les traía a Madrid. Me gustaría destacar algunos de los carteles de la misma, como aquél en el que aparecen Juan Manuel Sánchez Gordillo (alcalde de Marinaleda) junto a un joven MacGyver ochentero, o ese otro de un Mariano Rajoy con chaqué blanco y enorme pajarita, aplaudiendo de una manera "descarada".

Pero bueno, los temas que presentaron, como ya he dicho, en su mayor parte, los pertenecientes a su último álbum, tienen una importante carga crítica social y política, que en estos tiempos, es siempre bienvenida. Carga social tintada de humor sarcástico y mucha ironía, y puñetazo directo a la política nacional e internacional como recogían en sus canciones "China da miedo", "Cheney" (Dick Cheney / Yo te admiro, en ti confío, tu lo eres / cowboy de mierda que todo lo puede / Cheney!), "Eurovegas" (Lo que pasa en Eurovegas, en Eurovegas se queda), "Yo soy el político neoliberal" (tarareada por todos los allí presentes, encantados con su estribillo: vótenme porque mi rumba está buena).

Un lujazo fue escuchar su versión de "Niña (Ninja) de Fuego", escrita por el histórico equipo conformado por Quintero, De León y Quiroga, que en su día hizo famosa una jovencísima Lola Flores y el mítico Manolo Caracol. Esas influencias no podían faltar en una banda de raíces andaluzas.

Terminaron con un bis de tres canciones, que cerraron con "Mi DNI", tema a medio camino entre el rap y la tradición oral y en el que se señala uno de esos "otros usos" que se le dan a esta tarjeta de documentación, además de dejar caer una buena crítica a la industria musical española...

yo soy de los que saben lo que quieren
conozco la industria
conozco sus secretos
y este es el lado de la raya
el que más te conviene

lunes, 24 de marzo de 2014

LUKAS (LOS RAMONES PARA NIÑOS)

Lukas + June y Los Sobrenaturales
Madrid
Teatro Goya
23/03/2014

Qué escucho mientras escribo esta entrada: Ramones (Rocket to Russia), Television (Marquee Moon), Radio 3 -Podcast El Sótano (Homenaje a Los Ramones, 17/08/09) 

El primer concierto que íbamos a ir toda la familia me llegó por casualidad. Me enteré, dentro de una información infantil que encontré en internet, de la existencia de un festival infantil llamado Menudofest (www.menudofest.com) que organizaba un concierto homenaje a los Ramones. Tardé dos segundos en comprar entradas y desempolvar mi camiseta "oficial" de la banda de Queens.


La verdad es que era una sorpresa inesperada. Poder disfrutar de una de las bandas míticas de mi discoteca personal con mi mujer e hijos. Yo ya había visto un par de veces a los Ramones en Madrid, en directo, y es el tipo de banda que no te cansarías de ir una y otra vez a sus conciertos. El mayor de mis hijos ya conocía alguna canción del repertorio ramoniano (Blitzkrieg Bop y su "Hey ho! Let's go!", I Wanna Be Sedated, etc.) y ésta era una gran ocasión para escucharlo en directo.

Además, recuerdo una tarde, conduciendo, escuchando un programa de Radio 3, hace ya bastantes años, en el que hacían monográficos de grandes bandas o artistas del rock y del pop en el sentido de ir contando su historia, ir poniendo sus canciones e ir traduciendo sus letras. El de los Ramones lo recuerdo como uno de los mejores programas de radio que he escuchado nunca.

Llegamos a buena hora al concierto (domingo por la mañana), ideal para acabar después tomando el aperitivo en una mañana de primavera de manga corta. Como era de esperar, el local, una especie de teatro con una escalinata lateral y sin tribuna, ubicado en una especie de centro comercial, estaba "okupado" por decenas de familias con sus retoños. Nosotros no íbamos a ser menos.


El concierto comenzó con la actuación de una banda llamada June y los Sobrenaturales, que cantaron canciones de corte infantil que (creo) gustaron a los niños (éstos estaban todos sentados delante del escenario, con los padres a los lados y al fondo de la pista). A destacar que June, la vocalista de 12 años que lideraba la banda, como última canción del concierto, interpretó una versión de la melodía de la serie infantil animada "Hora de Aventuras". Coincidiendo que mi hijo lleva puesta una sudadera de dicha serie (Jake, el perro), le pasó el mircrófono y le dedicó la canción. Un detalle, la verdad. El padre no lloró.

Tras esta actuación (no llegó a la hora), saltaron al escenario "Lukas", un trío formado por un guitarra, un bajo y un batería que, durante su actuación, estuvieron acompañados por la presentadora del festival y el propio público infantil que abarrotaba la sala.

Tengo que decir que, aunque era una actuación para niños, las interpretaciones que hicieron de las canciones de los Ramones eran enormes. Muy buenas versiones que a uno le gustaría escuchar en un directo para adultos, aunque su versión del " Rock 'n' Roll High School" (Rock, Rock, Rock en el cole) estuvo fenomenal. Sonaron a la perfección Sheena is a punk rocker, las ya citadas Blitzkrieg Bop y  I Wanna Be Sedated y alguna más con las que a los mayores se nos fue, poco a poco, cayendo la baba.

Y no sólo Sheena era una punk rocker, todos nosotros lo éramos...

jueves, 20 de marzo de 2014

LOVE OF LESBIAN

Love of Lesbian
Madrid
Sala La Riviera
20 marzo 2014


Qué escucho mientras escribo esto: Piratas (Fin de la Primera Parte), Love of Lesbian (1999 o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando la luna).

Tengo que reconocer que sigo a Love of Lesbian desde hace pocos años. Exactamente desde su álbum de 2012 La noche eterna - Los días no vividos. Y que, si bien me han enganchado en algunos aspectos (y canciones), me da cierta lástima reconocer que, aunque para muchos sea un grupo de anuncio o de joven universitaria deslocada, y ahora de culto, algo les falta. No sé. Un paso más, quizá. Habiendo escuchado buena parte de su discografía, creo que con Cuentos chinos para niños del Japón (último disco con sello indie) y 1999 (su primer álbum con Warner) alcanzaron su cénit, y considero éste último como uno de los mejores de la historia del pop español, por calidad y contenido. Pero han bajado medio escalón, desde mi más sincera opinión. Ahora tienen previsto publicar tres nuevas canciones y veremos cómo se nos presenta su inminente futuro.


Eso no quita para que esta noche haya asistido a la interpretación de temas que creo son de lo mejor del pop español actual (y de las últimas décadas). Canciones como 1999 (aquélla versión de Ivan Ferreiro que suena igual o mejor que la original y que hoy el de Vigo ha repetido sobre el escenario junto a Santi Balmes), Oniria e Insomnia (que ha cerrado el concierto), Wio Antenas y Pijamas (la que me conectó inicialmente con la banda) o su "hit" (como ellos decían) de su aclamado Club de Fans de John Boy.


Pero hay que agradecer que los de Sant Vicenç dels Horts hayan venido a Madrid a dejarse la piel sobre el escenario; a brindar al público el concierto que uno espera cuando es fiel seguidor de la banda y a exigirnos, como así lo ha hecho Santi, a dejar nuestros problemas allá fuera. Y lo ha conseguido.

Pero bueno, vayamos al principio. Curioso ha sido que unas horas antes, desde el twitter oficial del grupo, se señalara que el concierto iba a comenzar a las 20:45 (las 21:00 era la hora oficial), pero no ha sido hasta las 21:05 cuando éste ha dado inicio. Antes, una cerveza en la serpenteante cola que nos aguardaba a llegar, nos iba poniendo a tono y preparándonos para lo que iba a suceder dentro de La Riviera.

Y bajando las escaleras de entrada, la suerte de ver, justamente, como arranca el concierto con La Noche Eterna, a la que siguieron El Hambre Invisible (en mi Corea Mental / hay un bloqueo bestial / y desde mi ciudad / solo a veces recuerdo a mi Sur), Los Seres Únicos, Noches Reversibles (de la que el propio Santi comenta que le sirvió de inspiración para escribir la casi ruptura de la banda), Wio Antenas y Pijamas (mítica), y así hasta un total (si he contado bien) de 18+2 canciones, en las que han repasado un amplia abanico, durante un total de 2 horas y 10 minutos, del repertorio que tienen sus, hasta la fecha, siete discos de estudio (los dos últimos ya con multinacional).

Me han gustado muchas de ellas. Algunas nos las conocía. Y he detestado dos cosas: el órgano ese que han usado en alguna canción y que suena en las películas españolas cuando "algo tenebroso va a suceder", y el sempiterno vocerío de los presentes que vienen a charlar y a beber y se olvidan de que hay una banda tocando en el escenario. Pero bueno, la costumbre.

Por lo demás, ha sido un concierto correcto, ejemplar para el fan, y tal vez anodino (que no creo) para el crítico más exigente. Yo, con mis 40 años, ni ganas tengo de alabar a nadie porque sí, ni machacarle hasta el tuétano por sus errores (que no los ha habido; el sonido, excelente).

Pero reconozco que sido un gustazo poder verles. Disfrutar de sus canciones. De los guiños a Jeanette, Rocío Jurado ("Me amo") y a Miguel Bosé. De dejarnos gozar con la invitación de Iván Ferreiro. De darnos mucho más de lo que otras bandas, nacionales o internacionales, nos ofrecen cuando pasan por la capital.

Y por cierto, reconozco que me ha "tocado" la referencia a la Música en la Escuelas y a su defensa que ha llevado a cabo Julián Saldarriaga (guitarra) cuando han salido con el único bis del concierto. Las nuevas leyes educativas dejan tocada a esta disciplina (pero no hundida) y esto no debería ser así.

Y que vuelvan pronto, que alli estaré de nuevo (espero que sea antes de 2016, salvo festival, como decía Santi). Pero mientras tararearé una de sus letras...

Será un reencuentro inesperado en noche azul,
sí, ya lo verás,
cuando me gire entre la gente, serás tú,
sí, ya lo verás.